Una relación del tipo que sea, y especialmente de pareja, puede sostenerse a lo largo del tiempo gracias a la atracción física, a la calidad del sexo compartido, a una afinidad de gustos o de formas de pensar, o, por ejemplo, debido a una serie de intereses comunes. Sin embargo, una relación está condenada a muerte en el momento en que se pierde el respeto. Efectivamente, en la práctica totalidad de relaciones que he podido observar a lo largo del tiempo no he detectado excepciones a esta regla: la falta de respeto, más pronto que tarde, termina destruyendo una relación. El respeto es una cualidad que nace del amor más puro y es capaz de obrar milagros, si hablamos de relaciones, porque permite, incluso, que seres humanos con caracteres o puntos de vista diametralmente opuestos puedan mantener la armonía entre ellos indefinidamente. Y he conocido unos cuantos casos. La falta de respeto en una pareja acontece cuando una de las partes deja de tener miramiento, consideración o deferencia
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