Maltrato, crueldad y sadismo.

 

MALTRATAR: Tratar con crueldad, dureza y desconsideración a una persona o a un animal, o no darle los cuidados que necesita.
CRUELDAD: Inhumanidad, fiereza de ánimo, impiedad.
SADISMO: Crueldad refinada, con placer de quien la ejecuta.

Tal como parecería lógico pensar, hace cien años podríamos haber supuesto que la sociedad del futuro evolucionaría hacia la expansión e implementación de los valores humanos en todos los órdenes y ámbitos de la vida humana. Sin embargo, actualmente, en dos mil veintitrés, nos encontramos con una sociedad involucionada y mayormente degenerada en la que dichos valores, lejos de haber arraigado, brillan por su ausencia. Es más, lo que impera, surgiendo incluso desde las instituciones públicas, los gobiernos nacionales y las organizaciones internacionales es, justamente, lo diametralmente opuesto a los valores humanos: el maltrato, la crueldad e incluso el sadismo hacia las personas.

Efectivamente, desde hace algunas décadas, pero sobre todo, y especialmente, desde el año dos mil veinte, la maldad se ha difundido y fomentado mediante los medios de masas, institucionalizándose e impregnando, prácticamente, todas las áreas y todos los órdenes de la vida cotidiana, de tal forma que lo que hace treinta o cuarenta años habría sido unánimemente catalogado como aberrante, hoy en día se ha normalizado casi por completo. Por ejemplo: la corrupción de los menores en los colegios. Es decir, hace cien años hubiera sido un grave delito corromper a los menores de edad en un colegio público. Sin embargo, hoy en día incurre en un delito aquel padre o madre que intenta impedir que corrompan a sus hijos en los colegios, pudiendo, incluso, perder la custodia de los mismos, o, más allá, terminar en prisión. Aberrante pero cierto. Sé de casos...

Sea como fuere, yo siempre digo que un gobierno y unas instituciones corruptas se fundamentan sobre un pueblo, sobre una sociedad, generalmente corrupta (salvo honrosas excepciones, por supuesto). Y cuando el maltrato, la crueldad o el sadismo terminan cuajando y normalizándose en una sociedad es porque, en mayor medida, el pueblo también incurre (aunque a otra escala) en estos comportamientos inhumanos y despreciables.

Pero que esta maldad diversificada se haya extendido amplia y profundamente en nuestro mundo no es casualidad. La raíz de todo este maltrato, de toda esta crueldad y de todo el sadismo observable estriba en un conflicto (individual y colectivo) con la Polaridad Femenina y, por ende, con la figura de la madre.

Sí, cuando un niño crece alejado o carente de la figura materna su ser crece desnutrido de ternura, de amabilidad, de delicadeza, de consideración, de cuidado, de dulzura, de piedad, de compasión, de empatía…

Este fenómeno, de enorme envergadura y calado, comenzó a fraguarse en los albores de la Revolución Industrial, siendo que se aceleró a partir del primer cuarto del siglo XX, cuando algunas sociedades secretas (que ya no lo son) y los poderes fácticos transnacionales iniciaron sus políticas encaminadas, de mil manares distintas, a alejar a la mujer de su propia esencia femenina y a esclavizar a la Humanidad. Y, por descontado que, cuando una mujer se aleja o se desconecta de su propia Polaridad Femenina ya no puede transmitir a sus descendientes este valioso tesoro con sus correspondientes atributos.

Es decir, para que una mujer pueda nutrir con su polaridad femenina a sus descendientes son imprescindibles dos requisitos: que la propia mujer esté bien conectada con dicha esencia y bien nutrida con ella. Y segundo: que comparta tiempo suficiente con su prole. O sea, que si una mujer, por ejemplo, pasa dos terceras partes del día fuera de casa y lejos de sus hijos pequeños, aunque estuviera conectada con su Polaridad Femenina, no podría nutrir adecuadamente a sus pequeños con ella. Esto es una cuestión de calidad y de cantidad. De ambas.

Por eso, no me canso de repetir que la sanación de la Humanidad pasa, necesariamente, porque los seres humanos (hombres y mujeres) sanemos nuestra relación con la madre y nos reconectemos y nos alimentemos de estos valores mencionados anteriormente, asociados a dicha polaridad.

Eso sería solucionar el problema (el maltrato, la crueldad, el sadismo, la maldad...) desde la raíz. 

Y eso sería, a su vez, allanar el terreno para un mundo donde, por fin y para siempre, reinen los valores pura y genuinamente humanos.

Donde reine el AMOR.

Comentarios