De vez en cuando, me recuerdo a mí mismo la conveniencia de ser humilde a cada instante de mi vida. De que mi confianza y mi autoestima no deriven, consciente o inconscientemente, en arrogancia, engreimiento o prepotencia. De no creerme por encima de los demás. Y, sobre todo, de no desafiar al Universo con afirmaciones que puedan volverse en mi contra, tarde o temprano.
Por ejemplo, actualmente podría decir legítimamente algo como Disfruto de una excelente salud; pero nunca diría algo como Tengo una salud a prueba de bomba. Más que nada, porque la vida da muchas vueltas, porque en ella existen factores que no controlamos y porque puede sorprendernos, desagradablemente, cuando menos lo esperamos.
Una cosa es tener confianza y otra distinta un exceso de confianza. La confianza en uno mismo y en la vida, por descontado, refleja y genera armonía. El exceso de confianza, por contra, propicia el conflicto y la adversidad. Es por ello que conviene que la confianza, como cualquier otro estado mental y emocional, esté en equilibrio, es decir, ni por defecto (inseguridad, desconfianza) ni por exceso (presunción, orgullo).
He podido constatar, en numerosas ocasiones, que el hacer determinadas afirmaciones con un exceso de confianza tiende a desembocar en situaciones que te llevan a comprobar que estabas equivocado. Por ejemplo, si yo digo algo como Conozco desde hace veinte años a Fulanito, y es un hombre impecable, tal afirmación lleva implícito una especie de reto al Universo, por cuanto que impecable no deja de ser un juicio, una etiqueta. De ese modo, podría suceder que pasado mañana Fulanito dejara de ser impecable conmigo… después de haberlo sido durante veinte años. Sin embargo, si yo digo Conozco desde hace veinte años a Fulanito y me cae fenomenal, ahí, en esa afirmación, no llevo a cabo ningún juicio, no etiqueto a nadie. Solo hablo del sentimiento que me produce Fulanito. Por consiguiente, no estoy retando implícitamente al Universo.
En consecuencia, podemos concluir que el actuar con un exceso de confianza puede traernos situaciones desagradables en la vida, mientras que la confianza en equilibrio favorece la armonía y la estabilidad.
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