"Común" no necesariamente implica "natural".

Ciertos fenómenos de la vida, a fuerza de repetirse sistemáticamente a lo largo del tiempo en un gran número de individuos, terminan por volverse comunes. Y por el hecho de serlo, pudieran parecer naturales, sin que realmente lo sean.

Por ejemplo:

  • Es común que una mayoría de mujeres sufran desarreglos y molestias menstruales, pero no es algo natural. Una mujer con su sistema hormonal equilibrado no tendría por qué experimentar ningún desarreglo ni ninguna molestia durante la menstruación.
  • Es común que una inmensa mayoría de mujeres padezcan dolores intensos al parir, pero tampoco es natural. Si observamos a las hembras de mamíferos en su estado salvaje, comprobaremos que no solamente no experimentan dolores cuando paren sino que se recuperan del parto de forma inmediata, prosiguiendo enseguida con su normal actividad. Y esto mismo era lo que sucedía con las hembras de la especie humana hace miles de años.
  • Es común, y se ha normalizado, que una mayoría de seres humanos ingieran lácteos más allá del período de lactancia, pero, desde luego, no es algo natural. Ningún mamífero lo hace.
  • Es común que los seres humanos mezclen de forma arbitraria los alimentos a la hora de comer, pero no es natural. Ningún animal del planeta Tierra, ni siquiera los que son omnívoros, mezclan arbitrariamente sus alimentos a la hora de comerlos.
  • Es común que la gente experimente un gran deterioro en la vejez, pero no es lo natural. Hace miles de años, los ancianos disfrutaban de una mejor forma física y mental que hoy en día. Si un ser humano lleva una alimentación pura e integral y sigue un estilo de vida natural y alejado del conflicto, puede vivir más de cien años con una gran salud y vitalidad, tal como demuestran algunos de los pueblos más longevos de la historia (hunzas, vilcabambas, esenios, abjasios, okinawenses…).
  • Hoy en día, es muy común que las parejas duren poco y que terminen separadas o divorciadas, pero no es lo natural. En la mayoría de pueblos y tribus ancestrales, las parejas se mantenían unidas durante toda la vida, mientras que las separaciones eran fenómenos inusuales o anómalos.
  • Hoy en día, es extremadamente común observar cómo una gran parte de la población se deja maltratar, incluso durante años o décadas, ya sea por su pareja, por su familia, por sus propios hijos, por jefes o por sus gobiernos nacionales. Pero, a todas luces, este no es un comportamiento natural. Porque ningún animal del planeta Tierra, en su estado salvaje de completa libertad (una hormiga, un elefante, un perro...), consentiría un maltrato diario, un expolio sistemático de sus recursos o una invasión flagrante de su territorio por parte de terceros. Todos los animales libres de este mundo, sin excepción, se defenderían aun a riesgo de perder su vida. Porque en esa defensa a ultranza de su propia vida radica su supervivencia. Y la supervivencia de una especie es, en la Naturaleza, una ley de primer orden con preferencia absoluta.

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