Cuando tragas demasiado

Una de las grandes diferencias entre un individuo maduro y otro inmaduro es que al inmaduro le falta capacidad de contención, de aguante; mientras que al maduro no le resulta difícil contenerse cuando es conveniente o necesario hacerlo. Sin embargo, tan oportuno es saber contenerse como saber liberarse o soltarse. En el equilibrio reside la virtud.

A veces, es conveniente tragar; mientras que otras lo acertado es escupir.

Cuando decimos que una persona traga demasiado queremos decir que:

  • EN EL PLANO FÍSICO: Que come demasiado.
  • EN EL PLANO EMOCIONAL: Que aguanta demasiadas situaciones que le dañan o que le provocan emociones como rabia, ira, resentimiento o frustración.

El ser humano no está hecho para tragar sistemáticamente, cada día, durante meses o años, con situaciones humillantes, injustas, dolorosas o hirientes. Nuestro cuerpo y nuestra mente pueden soportar una carga dañina en una cierta dosis y durante un tiempo limitado sin que eso suponga un perjuicio de graves consecuencias. Pero el tragar por costumbre termina pasando factura. Porque todas esas emociones dañinas que se tragan (sin masticar) un día tras otro (toxinas psicoemocionales) terminan convirtiéndose en toxinas físicas que dañan a nuestras células, a nuestros órganos y a nuestro cuerpo.

Tragar demasiado veneno, y hacer de ello un hábito, conduce, irremediablemente, tarde o temprano, a la enfermedad.

En consecuencia, es fundamental aprender a marcar límites, a autorregularse y a liberarse del miedo que impide a algunos salir de su espiral de dolor y sufrimiento (romper con el vicio de tragar).

El ser humano no debe tragar con todo.
Ni los seres humanos ni los pueblos.

Comentarios