Cómo gestionar de forma asertiva el acoso persistente de una expareja

Para comunicarnos de manera asertiva con una expareja que nos acosa persistentemente, primero es conveniente recordar qué es la asertividad: la capacidad de hacer valer un criterio, un deseo o una necesidad de forma amorosa pero firme, marcando límites, y sin avasallar o quedarnos cohibidos por el miedo.

Teniendo esto claro, es conveniente que haya congruencia entre lo que decimos y cómo actuamos (para que nuestro interlocutor perciba coherencia en nosotros, lo que nos dará autoridad ante él). Por eso, es conveniente:

  • Crear un contexto que transmita seriedad e importancia a nuestra acción. Por lo tanto, evitar hablar con la otra persona de forma casual o mediante mensajes telemáticos (que transmiten miedo o cobardía).
  • Interactuar cara a cara implica valor y nos da valor ante el otro. Decirle, en consecuencia, algo como: Me gustaría mucho quedar contigo y verte en persona. Quiero decirte algo importante.
  • Una vez estemos delante de nuestro interlocutor, adoptar una postura corporal erguida pero relajada, pecho abierto, un tono de voz serio y firme, pero cordial, evitando sonreír (para que perciba que estamos hablando en serio) y mirándole a los ojos (no de modo desafiante). Mirar a los ojos implica atención y subcomunica valor, en vez de debilidad.
  • No buscar su aprobación (señal de debilidad) con frases del tipo: Si te parece bien…, Si no te importa…, ¿No crees? o Necesito que lo hagas.
  • FUNDAMENTAL: emplear un lenguaje basado en emociones y sentimientos, no en conceptos, ideas o etiquetas (menos aún, recurrir a la crítica, al juicio o al reproche). Por ejemplo: No me gusta que intentes comunicarte conmigo. Ya no me siento atraído por ti. O Siento rechazo cuando tratas de verme. O Ya no tengo ganas de estar y compartir contigo. O Me incomoda que pretendas volver conmigo.

Siento rechazo, Me incomoda, No me gusta, Ya no tengo ganas o No me siento atraído son emociones, estados de ánimo o sentimientos. Y, por lo tanto, no pueden discutirse. Si te comunicas basando tu lenguaje en emociones o sentimientos, jugarás con ventaja.

Sin embargo, tu interlocutor podrá discutirte un juicio sobre él; por ejemplo: Eres un pesado. O Eres patético.
O un reproche: Una buena persona no actuaría como tú.
O una crítica: ¿No te da vergüenza actuar así?
O una condena: Como sigas así, vas a acabar muy mal. 

Pero nunca podrá discutirte un sentimiento, una emoción o un estado de ánimo. Jamás.

Tu responsabilidad, a la hora de comunicarte es ser claro, firme y respetuoso. Tratar al otro como te gustaría ser tratado por él. Y si te comunicas asertivamente, tu responsabilidad terminará con la última palabra de tu última frase. A partir de ahí, el cómo se sienta tu interlocutor ya no será tu responsabilidad sino la suya.

Una vez termines tu exposición y escuches respetuosamente lo que él quiera añadir, lo mejor es que te retires del escenario con la convicción de que el tema se resolverá (porque te has servido del amor para gestionar el conflicto).

En este caso, como en tantos otros, lo bueno, si breve, dos veces bueno.

Comentarios