Nuestra postura corporal, además de ser el resultado de nuestras costumbres y hábitos cotidianos, también refleja y delata nuestra postura ante la vida.
Nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestras emociones se interconectan mediante un fenómeno de entrelazamiento cuántico, en virtud del cual cualquier cambio en una de esas partes repercute en las demás, generándose un paralelismo entre ellas.
Mediante el fenómeno del entrelazamiento cuántico podemos comprender, efectivamente, que nuestra postura corporal determina nuestra postura ante la vida, pero, también que nuestra postura ante la vida determina nuestra postura corporal. Es un flujo de doble sentido.
Mediante la Cuántica podemos aprovecharnos de esta interconexión bidireccional entre el plano físico y el plano psicoemocional para mejorar nuestra postura ante la vida... mejorando nuestra postura corporal.
Para tal efecto, recomiendo realizar actividades, deportes o ejercicios físicos que favorezcan una postura corporal natural, correcta y equilibrada. Luego, tomar conciencia de la postura corporal, como mínimo, cada 30 minutos, y, si es necesario, corregirla.
Posturas perjudiciales y delatoras de conflictos o desequilibrios:
- Hombros encorvados: Carga emocional o derrota. Una persona que lleva los hombros caídos puede reflejar una actitud de rendición ante los problemas de la vida.
- Cabeza agachada: Falta de confianza o desconexión. Mirar hacia abajo físicamente se asocia con evitar el contacto con el mundo o no enfrentar los retos.
- Espalda encorvada: Peso del pasado. Una curvatura excesiva puede indicar que alguien carga resentimientos o experiencias que no ha soltado.
- Pecho hundido: Cierre emocional. Esto sugiere una actitud de protección o miedo a abrirse a nuevas experiencias.
- Mandíbula apretada: Estrés o represión. Tensión en la cara refleja emociones contenidas o una lucha interna no expresada.
- Pies apuntando hacia adentro: Falta de dirección. Una postura insegura en los pies puede reflejar duda sobre el camino a seguir en la vida.
- Cuello inclinado hacia un lado: Desequilibrio. Esto puede representar una perspectiva sesgada o una vida fuera de armonía.
- Cuerpo rígido: Miedo o control excesivo. La falta de fluidez física sugiere una mentalidad inflexible ante los cambios.
Contrariamente:
- Hombros relajados y hacia atrás: Confianza y apertura. Esta postura refleja una disposición a enfrentar la vida con seguridad.
- Cabeza erguida: Claridad y valentía. Mirar al frente indica una actitud proactiva y conexión con el entorno.
- Espalda recta: Fuerza y resiliencia. Una columna alineada muestra capacidad para soportar desafíos sin derrumbarse.
- Pecho abierto: Receptividad y empatía. Una postura expansiva refleja disposición a dar y recibir en la vida.
- Piernas firmes y separadas: Estabilidad y arraigo. Esto sugiere una base sólida para tomar decisiones y avanzar.
- Mandíbula relajada: Paz interior. Una cara distendida indica manejo del estrés y serenidad ante las dificultades.
- Brazos sueltos a los lados: Apertura y disposición. Esta postura refleja una mentalidad acogedora hacia nuevas posibilidades.
- Pies alineados y firmes: Dirección clara. Una base equilibrada muestra certeza en los objetivos y el camino elegido.
- Cuello alineado con la columna: Armonía. Esto representa un equilibrio entre mente, cuerpo y emociones.
- Cuerpo fluido y relajado: Adaptabilidad. Una postura natural indica flexibilidad para fluir con los altibajos de la vida.
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