Acidez

Hace cosa de tres meses, vino a mi consulta un paciente que llevaba un tiempo padeciendo un problema de acidez intermitente que ya estaba empezando a preocuparle.

Con su permiso concedido, os reproduzco la conversación que mantuvimos:

Paciente: Desde hace más de seis meses tengo acidez, pero no después de cada comida sino de forma intermitente. De hecho, no me sucede todos los días, pero sí varios días a la semana.
Yo: ¿Qué tal masticas la comida?
Paciente: A conciencia.
Yo: ¿Respetas las combinaciones de los alimentos?
Paciente: Sí, porque mi mujer fue paciente tuya hace unos años y tenemos en casa las tablas que le diste. Y las seguimos fielmente.
Yo: ¿Te tumbas en el sofá o en la cama después de las comidas?
Paciente: No; como mucho, me recuesto, pero nunca me pongo horizontal.
Yo: ¿Y cuánto tiempo pasa entre el final de la cena y el momento de acostarte?
Paciente: Unas dos horas.
Yo: Hasta ahora, todo muy bien. ¿Y siempre esperas a tener el estómago vacío para volver a comer?
Paciente: Pues… la verdad es que no siempre. A veces como porque es la hora o porque me apetece comer algo en particular, o picar alguna cosilla.
Yo: Ese es un hábito muy perjudicial. Verás, si te pones a comer sin haber terminado la digestión de la comida precedente, la nueva comida que entra en tu estómago interfiere con la digestión que se está realizando en ese momento. Entonces, el estómago se ve obligado a generar un jugo gástrico muy ácido para poder afrontar la digestión del alimento nuevo. Lo cual, muy fácilmente, puede derivar en gastritis por exceso de acidez. Así que a partir de ahora te sugiero que comas, solamente, cuando sientas que tu estómago está completamente vacío, cuando oigas que hace ruido. Porque esa es la señal de que ya está listo para una nueva digestión.

Mi paciente siguió fielmente mi recomendación. Y, desde ese mismo día, ya no ha vuelto a tener acidez.

Ni una sola vez.

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