Reescribiendo la vida

A finales del año pasado, contactó conmigo una mujer (a la que me referiré con el seudónimo de Julia) de cuarenta y pocos años con el propósito de sanar la relación con su padre (un octogenario muy enfermo).

Julia había sido objeto de graves abusos, humillaciones y maltrato psicológico durante su infancia por parte de su progenitor, lo que le había llevado a experimentar una gran variedad de conflictos con los hombres, en general, así como con la Polaridad Masculina y sus correspondientes atributos (fuerza, valor, determinación, disciplina, sinceridad, confianza, liderazgo, aguante…).

A pesar de lo tormentoso de sus dos primeras décadas de vida, Julia había encontrado refugio en los libros, a través de los cuales adquirió una gran cultura y una enorme capacidad para la escritura, según yo mismo pude comprobar leyendo algunos de sus manuscritos. Así que, dadas las circunstancias, consideré más que oportuno aprovechar su don para enfocar la sanación en un trabajo de escritura cuántica.

La propuesta era sencilla: ante recuerdos o situaciones presentes que hubieran causado malestar o sufrimiento, primero conectar con las emociones dolorosas en caso de que éstas surgieran espontáneamente y darles su espacio y su tiempo para manifestarse, luego imaginar escenarios alternativos en los que la interacción con su padre fluyera en un contexto de respeto y de cariño e ir escribiendo dichas escenas con detalle conforme Julia fuera imaginándolas. Es decir, reescribir conscientemente su propia vida.

La Mecánica Cuántica proporciona un marco conceptual esencial para comprender los mecanismos subyacentes en esta técnica terapéutica que he ido desarrollando en los últimos años. El fenómeno del entrelazamiento cuántico (donde partículas mantienen conexiones independientes de la distancia física) se manifiesta terapéuticamente a través de la creación de correlatos neuronales que vinculan experiencias imaginarias con memorias traumáticas. La superposición de estados (principio que permite a una partícula existir en múltiples condiciones simultáneamente) se traduce, de facto, en la capacidad del paciente para experimentar realidades alternativas que coexisten con su narrativa histórica, a la que, en última instancia, terminan desplazando, produciéndose la sanación.

El otro día, recibí un correo de Julia cuyo final decía así:

...por primera vez en mi vida he podido visitar a mi padre en la residencia y he sido capaz de mirarlo a los ojos con un enorme cariño y respeto. He podido asomarme a su alma y he visto con nitidez a un niño solo y triste, roto de dolor y sediento de afecto y de reconocimiento. Un niño al que he abrazado con todas mis fuerzas y con todo mi corazón, hasta que hemos empezado a llorar juntos: él de desahogo y yo de felicidad.

Mil gracias por todo, Carlos.

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