Estreñimiento y diarrea

Las heces pueden ser consideradas como lo opuesto a los nutrientes. El nutriente es aquello que el cuerpo puede aprovechar, es decir, aquello que puede ser incorporado a su estructura biológica; mientras que las heces son aquello que ya no puede ser aprovechado, aquello que debe ser desechado por cuanto que es tóxico o dañino.

Ejemplos de nutrientes podrían ser la vitamina C, el fósforo o el aminoácido triptófano. Pero también, el cariño, la simpatía, un libro instructivo o una conversación amistosa y gratificante.

Ejemplos de toxinas podrían ser el anhídrido carbónico, la cadaverina, el amoniaco, el ácido úrico o el cadmio. Pero también, las obsesiones, la crueldad, la envidia o los celos.

Tanto el estreñimiento como la diarrea comparten un trasfondo psicosomático: lo que le sobra a mi vida, o a mi persona, por ser tóxico o dañino.

Al que padece estreñimiento, literalmente, le cuesta deshacerse de sus heces. O sea, le cuesta deshacerse de aquello que le sobra y que es tóxico o dañino. Por ejemplo: un exceso de preocupaciones que le saturan, un afán de control desmedido sobre otra persona, un miedo exagerado y recurrente que le impide actuar o unos celos muy marcados y corrosivos.

El estreñido, en vez de soltar, retiene. Y retiene lo que le perjudica.

Al que padece de diarrea su cuerpo le invita, quiera o no, a deshacerse de lo que le sobra: las heces. Es decir, lo que es tóxico o dañino. Porque es necesario. Porque es imperativo. Y porque es urgente.

Si la diarrea es puntual, habrá que buscar algún comportamiento dañino o tóxico también puntual, ya sea consigo mismo o con los demás. O bien, una situación que le viene muy grande o que no puede digerir, que le desborda. Si la diarrea es recurrente, entonces habrá comportamientos o actitudes tóxicos o dañinos... de forma recurrente.

Lo que no se digiere bien, se pudre, fermenta y puede desembocar en diarrea. Por ejemplo, un disgusto, una profunda decepción, o una humillación muy dolorosa.

Diarrea y estreñimiento son polos opuestos aunque tangentes.

El punto intermedio entre uno y otro es el equilibrio, es decir, la salud.

Quien transita por el camino del medio no sufre diarrea ni padece estreñimiento, porque comprende el juego entre soltar y retener.

Retiene lo que le beneficia y suelta lo que le perjudica.

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