El otro día, conversaba con un conocido mío (44 años) sobre un tema que le preocupaba bastante. Os reproduzco un fragmento relevante de nuestra charla.
Él: ...pues ahora mismo estoy saliendo con una chica que me gusta mucho. Acabamos de conocernos, pero tengo un poco de miedo, porque me gusta mucho, me estoy enamorando y no quiero que la cosa se estropee.
Yo: Bueno, no tiene por qué estropearse. Hasta donde yo sé, tú eres un hombre inteligente, cariñoso y de éxito.
Él: Gracias… pero es que a estas alturas de mi vida no he terminado de comprender muy bien qué es lo que necesita una mujer para sentirse feliz al lado de un hombre. Me parecen tan complicadas… Me gustaría entenderlas mejor. No sé… ¿Cómo puedo saber exactamente lo que necesita esta mujer que acabo de conocer?
Yo: Quizá, lo primero que hay que saber de las mujeres adultas es que su manera de relacionarse con los hombres está marcada a fuego por la relación que mantuvieron de pequeñas y de adolescentes con su padre.
Él: Vaya, no tenía ni idea de eso.
Yo: Sí, así es. El molde sobre el que se forja la relación de pareja en una mujer adulta es la relación que tuvo con su padre, es decir, si fue un padre ausente, o débil de carácter, o demasiado exigente con ella, o cruel, o fuerte y resolutivo, si fue un fracasado o alguien exitoso, si fue afectuoso y tierno o frío y distante… Todo eso va marcando a la niña y a la adolescente de un modo muy profundo.
Él: ¿Pero cómo puedo saber, en el caso concreto de ella, lo que necesita de mí como hombre?
Yo: Supongamos que ella tuvo una relación excelente con su padre. Entonces, inconscientemente, tenderá a buscar eso mismo en ti: excelencia. Y, seguramente, no se conformará con menos. Pero si ella ha tenido una relación desagradable, o su padre ha estado ausente, por ejemplo, entonces, muy probablemente buscará en ti a alguien que llene sus vacíos y sus carencias. O sea, a alguien que le dé lo que no le dio su padre. Aunque una gran parte de las mujeres se encuentra en un punto más o menos intermedio, es decir, que han vivido momentos felices y agradables con sus padres, y, al mismo tiempo, experimentan ciertas carencias. Por consiguiente, esas mujeres tienden a buscar en sus parejas aquello agradable que recibieron de sus padres, a la vez que aquello que no recibieron, o sea, satisfacer sus carencias y llenar sus vacíos.
Él: Vale… creo que lo entiendo.
Yo: De una manera más simplificada, podríamos decir que la mayoría de mujeres buscan en una relación de pareja sentirse amadas, deseadas y protegidas… pero no agobiadas. Porque un exceso de atención o de cariño pueden ser muy dañinos. O sea, si te quedas corto, se desequilibra la balanza; y si te pasas de la raya, igualmente. En una relación de pareja el equilibrio es algo dinámico, no estático.
Él: Me parece algo bastante difícil de conseguir lo que comentas.
Yo: Lo es, y la prueba de ello es que actualmente la inmensa mayoría de las relaciones de pareja acaban mal, terminan siendo disfuncionales, o, directamente, se vuelven enfermizas.
Él: Entonces, ¿qué puedo hacer?
Yo: Bueno, ahora sabes más que hace diez minutos.
Él: Si, eso es verdad; jejeje.
Yo: Lo ideal, tal como yo lo veo, sería que una persona adulta, ya sea hombre o mujer, dedicara el tiempo necesario a sanar sus traumas, sus heridas y a resolver sus carencias. Porque después de haber hecho ese trabajo te aseguro que es más fácil poder disfrutar de relaciones mucho más gratificantes y duraderas.
Él: Pues, de momento, ya has conseguido que ahora tenga menos miedo que antes.
Yo: No sabes cuánto me alegro.
Comentarios
Publicar un comentario