Durante siglos, los hunzas del Himalaya se habían ganado la fama de ser un pueblo extremadamente longevo. Tanto, de hecho, que se decía que algunos de sus individuos podían vivir más de 150 años (siendo que una mayoría de ellos superaba fácilmente los 100).
En la década de 1920, un científico escocés afincado en la India, Sir Robert McCarrison, había escuchado estos rumores y decidió ir hasta esas remotas aldeas montañosas para convivir con ellos durante algunos años y comprobar su veracidad.
McCarrison constató sobre el terreno que los hunzas eran extraordinariamente saludables y no detectó en ellos ninguna enfermedad destacable. Respecto a su dieta, durante los meses de verano y más calor los hunzas se alimentaban principalmente de frutas y verduras crudas, mientras que en invierno y meses de frío optaban por albaricoques secos, granos germinados y queso de oveja. Sus estudios médicos revelaron que su ingesta diaria promedio era de 50 gramos de proteínas, 36 gramos de grasa y 365 gramos de carbohidratos.
Otros alimentos habituales consistían en variedades antiguas de trigo, cebada, mijo, trigo sarraceno, aceite de albaricoque, moras, kéfir, verduras fermentadas, frutos secos y pequeñas cantidades de carne (la cual solían comer en ocasiones especiales).
Cabe subrayar que los hunzas vivían pacíficamente y en armonía los unos con los otros, en comunidades a modo de tribus, estaban activos todo el día (incluso a edades avanzadas), bebían agua de glaciar extraordinariamente pura, sus asentamientos se ubicaban a más de 3000 metros de altura y todos y cada uno de sus alimentos (provenientes de sus propios huertos) eran ecológicos e integrales. Ah, y también ayunaban de forma regular.
Pensemos por un momento que en nuestra sociedad (la española) podemos encontrar fácilmente en cualquier residencia de ancianos a individuos que superan los 95 años de edad. Y hablamos de personas que no necesariamente han llevado una vida saludable, que seguramente han fumado o han bebido alcohol, que han comido comestibles refinados, han sufrido estrés, disgustos, han tomado medicamentos, etc., etc. De lo que podemos deducir que muchos seres humanos, incluso teniendo bastantes factores en contra de su salud, son capaces de llegar a los 90 o a los 100 años. Por consiguiente, cuando un ser humano vive en un entorno con condiciones óptimas, come alimentos de alta calidad biológica y vive alejado de los conflictos, ¿por qué no iba a poder superar los 150 años de edad?
Y lo mejor de todo: llegar a esa edad con salud.
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