Si un hombre empieza a salir con una mujer que tenga un conflicto (abuso, ausencia, maltrato...) pendiente de resolver con la figura de su padre o con un ex, es altamente probable, por no decir casi seguro, que tarde o temprano, esa mujer trasladará dicho conflicto, inconscientemente, a la relación con ese nuevo hombre. Es decir, el nuevo compañero, en algún momento, interactuando con esa mujer, hará o dirá algo que activará en ella ese conflicto pendiente de resolver. Y a partir de ese momento, ella empezará a sentirse tal como se sentía cuando vivía el conflicto con su propio padre o con su ex: con malestar, o incomodidad, o ansiedad, o agitación, o ira...
Por supuesto, lo mismo sucedería si habláramos de una relación en la que fuera el hombre el que tuviera un conflicto pendiente de resolver con la figura de su madre o con alguna ex. Igualmente, tendería a transferir dicho conflicto a su nueva pareja femenina, más tarde o más temprano.
Por eso, es esencial, antes de aventurarse en una nueva relación de pareja, sanar convenientemente los conflictos pendientes de resolver con la figura del padre o de la madre, según corresponda. Porque, de lo contrario, podríamos, sin darnos cuenta, adentrarnos en una especie de juego de la oca en el que iríamos saltando de relación en relación y todas ellas terminarían desagradablemente en un desencuentro más o menos abrupto.
Lo cual, dicho sea de paso, es algo muy habitual en las parejas de hoy en día.
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