Los primeros pesticidas y fertilizantes industriales se crearon a mediados del siglo XIX, por lo que podríamos decir que antes de esas fechas todos los cultivos del mundo eran ecológicos. Por otro lado, aquí, en España, el azúcar blanco empezó a utilizarse a finales del siglo XV, después de la conquista de América, mientras que el arroz blanco se introdujo en nuestro país en el siglo XVII. Así pues, tendríamos que remontarnos bastantes siglos atrás para encontrar alimentos completamente puros y naturales en los mercados.
De todos modos, podríamos decir con bastante exactitud que cuanto más retrocedamos en el tiempo, más naturales (y, por lo tanto, más saludables) serán los alimentos. Y conforme avanzamos a lo largo del siglo XX y XXI, tanto menos naturales y saludables son (excepto si hablamos de alimentos ecológicos).
Según este razonamiento, las comidas que preparaban nuestras madres cuando éramos pequeños eran mucho más naturales que las que se preparan hoy en día. Pero las que preparaban nuestras abuelas eran más saludables que las que preparaban nuestras madres. Y, lógicamente, las que preparaban nuestras bisabuelas o tatarabuelas eran más naturales y más saludables aún que las de nuestras abuelas. Y así, sucesivamente.
También es un hecho que la cantidad de enfermedades ha ido aumentando con el paso del tiempo de una forma alarmante. Por ejemplo, a principios del siglo XX existían unos 7 tipos de cáncer, mientras que hoy en día hay clasificados más de 200 (sí, has leído bien). Y lo mismo sucede con las enfermedades mentales: han ido incrementándose tremendamente en variedad y número en los últimos 100 años. Lo cual, podría parecer paradójico, pero, ante todo, es real.
Con todos estos datos en la mano, podríamos decir acertadamente que las comidas tradicionales eran mucho más saludables hace décadas o siglos que las mismas que se preparan hoy en día. Fundamentalmente, porque las comidas tradicionales de hoy en día se suelen preparar con ingredientes mucho menos saludables que los de antaño, usando actualmente para elaborarlas comestibles refinados, vegetales que contienen pesticidas o son transgénicos, carne procedente de animales criados industrialmente y tratados con fármacos, pescado contaminado con mercurio (los mares de hoy en día no están igual de limpios que los antiguos), aditivos químicos muy variados, y un largo etcétera.
No es de extrañar que, a pesar de haber vivido en un mundo, en general, más duro, y, en ocasiones, con menor esperanza de vida, nuestros antepasados disfrutaran de una mayor salud que nosotros. Y, sin lugar a dudas, sus comidas (y, en general, su estilo de vida) eran mucho más naturales y saludables que las comidas actuales.
Vamos, ni punto de comparación.
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