Debido a la avalancha informativa generada en las redes sociales, es mucha la gente que se ha vuelto adoradora de las proteínas y fóbica de los carbohidratos. Sin embargo, parece ser que la Naturaleza no opina lo mismo.
Hechos probados:
- Los seres humanos somos mamíferos.
- El período en el que más rápido crece un ser humano y en el que más proteínas necesita es en la lactancia.
- En la lactancia, el único alimento que toma un ser humano es la leche de su madre.
- La leche materna contiene, por cada 100 gramos, un promedio de 0,9 gramos de proteínas, 4,4 gramos de grasas y 7 gramos de hidratos de carbono.
Conclusión: en el período de la vida de un ser humano en el que más alimento necesita, el alimento que consume es pobre en proteínas, relativamente pobre en grasas y rico en hidratos de carbono.
Comparativamente, la leche de vaca contiene (por cada 100 gramos) un promedio de 3,2 gramos de proteína, 3,7 gramos de grasas y 4,8 gramos de hidratos de carbono. Mientras que la de oveja, 5,4 gramos de proteínas, 6 gramos de grasas y 4,6 gramos de hidratos de carbono.
Por otro lado, los tres pueblos más saludables y longevos de los últimos 1000 años han sido los hunzas del Himalaya, los abcasios del Cáucaso y los vilcabambas de Ecuador. Unos pueblos que vivían en armonía con la Naturaleza y cuyas dietas eran pobres en proteínas, relativamente pobres en grasas y bastante ricas en hidratos de carbono.
Ahora bien, conviene subrayar que los alimentos que comían estos pueblos eran:
- Naturales: en el sentido más amplio de la palabra.
- Integrales: no comían absolutamente nada refinado.
- Ecológicos: ellos mismos los cultivaban en las altas montañas, los regaban con agua de manantial y los dejaban madurar al Sol.
Y esto es lo verdaderamente importante: la calidad y la alta vibración de los alimentos.
Cuanto más alta sea la calidad y mayor la vibración, más salud y longevidad nos proporcionarán.
A los hechos me remito.
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