Hipo e hipertensión

Si miramos en la etiqueta que tiene pegada cualquiera de los aparatos eléctricos que tenemos por casa comprobaremos que hay un concepto denominado tensión o voltaje, cuyo valor suele oscilar dentro de un rango. Normalmente, entre 100 y 240 ó entre 220 y 240 voltios. El rango de tolerancia de un aparato eléctrico se refiere al margen de valores de voltaje que dicho aparato puede soportar sin sufrir daños. Por ejemplo, si uno tiene un rango de tolerancia de 220-240V, significa que puede funcionar correctamente siempre y cuando el voltaje suministrado esté dentro de ese rango. Si el voltaje suministrado es menor o mayor que este rango, es posible que el aparato se dañe o no funcione correctamente. Y exactamente igual sucede con la tensión arterial en los seres humanos. Idénticamente.

No obstante, una tensión arterial puede estar relativamente baja o alta sin que ello suponga ningún problema de salud para el ser humano, es decir, puede estar dentro de un rango de tolerancia y ser completamente asintomática. Y si lo es, significa que detrás de ese valor, relativamente alto o bajo, o bien no hay conflicto o que, si lo hay, no es un conflicto relevante.

Ahora bien, cuando la tensión es alta o baja y conlleva asociados síntomas claramente perceptibles e incómodos, entonces sí que podemos hablar, inequívocamente, de un problema de salud y de un conflicto subyacente.

Normalmente, cuando a un aparato que funciona con un rango de 220-240 voltios se le suministra una corriente, por ejemplo, de 150 voltios, el aparato, simplemente, no funciona. Aunque si es un ventilador, por ejemplo, puede que funcione pero a pocas revoluciones. Y lo mismo sucede con una persona: una tensión baja la dejará fuera de combate (tumbada en un sofá) o funcionando pero a medio gas (con cansancio).

Contrariamente, cuando la tensión, es decir, el voltaje que se le suministra a un aparato cuyo rango de tolerancia oscila entre 220 y 240 voltios es, por ejemplo, de 300 voltios, lo más probable es que el aparato se queme o explote. Y lo mismo ocurre con una persona: ante una tensión muy alta y prolongada una persona termina quemada (muy estresada) o explota (por ejemplo, a través de un infarto de miocardio).

Psicosomáticamente, al hipotenso sintomático le falta tensión, es decir, brío, nervio, decisión, empuje, valor, fuerza… según corresponda en cada caso. Y al hipertenso, lógicamente, le sobra, o sea, le sobra estrés, o ir demasiado acelerado, o estar muy a la defensiva, o tener demasiado miedo o preocupaciones… según corresponda en cada caso.

Curiosamente, ambas situaciones, hipo e hipertensión, cuando son sintomáticas, delatan un conflicto con la Polaridad Masculina. Por eso, cuando uno está completamente reconciliado con la figura del padre, está, al mismo tiempo, confiado, decidido y sereno.

Y en esa tesitura, lo único que cabe es tener una tensión completamente equilibrada y mayormente estable.

Comentarios