"¡Eso no, que es caca!".


A principios de este dos mil veinticuatro, un conocido y yo quedamos después de mucho tiempo sin vernos para tomar algo y charlar. En esa conversación, hablando de todo un poco, el referido, de cuarenta y pocos años, me contó las dificultades económicas por las que estaba atravesando, y que, en realidad, esa venía siendo la tónica habitual a lo largo de su vida. Me decía: No sé qué me pasa pero siempre me cuesta mucho esfuerzo ganar dinero, y cuando lo tengo se me va con una facilidad increíble. Es como si el dinero y yo estuviéramos reñidos, o como si me huyera.

Mi intuición me decía que ese conflicto con el dinero se había desencadenado en la infancia, por lo que le hice algunas preguntas en esa dirección, a lo que, en un momento dado, me contó: Cuando yo tenía dos o tres años, mi padre tenía un quiosco. Por la noche, volvía casa con la recaudación en metálico de toda la jornada, y a mí me gustaba jugar con las monedas. A mi padre no le importaba. Pero a mi madre, sí. Entonces, llegaba ella, me pegaba en las manos y me decía “¡Eso no, que es caca!”, me apartaba de las monedas y yo me ponía a llorar.

Esa misma noche, cuando llegamos a nuestras respectivas casas, nos pusimos al teléfono y le guié por un viaje cuántico en el que regresó a ese momento de su infancia, cuando apenas tenía tres años, pero con la diferencia de que al jugar con las monedas llegaba su madre y le decía, entre besos y abrazos: Mi amor, me encanta verte jugando con las monedas. Me hace muy feliz. ¿Sabías que los niños que juegan con monedas tienen mucho dinero cuando son mayores? Así que tú serás un hombre con mucho dinero cuando seas mayor. Estoy segura. Al mismo tiempo, le pedí que conectara con las emociones propias de una escena semejante, como dulzura, alegría, satisfacción y plenitud.

Volvimos a vernos a mediados de marzo, y me comentó: Carlos, hubo un antes y un después de ese trabajo cuántico que hicimos en enero. Sobre todo, he notado como un desbloqueo interno. Ahora, ya no tengo que esforzarme tanto para ganar dinero. Todo va más fluido y ya no voy ahogado a final de mes. Siento más abundancia y ya no miro tanto el precio de las cosas cuando voy a comprar. Y algo que no esperaba es que la relación con mi madre ha mejorado. Ahora me inspira más cariño que antes.

Comentarios