El punto de no retorno


Una relación del tipo que sea, y especialmente de pareja, puede sostenerse a lo largo del tiempo gracias a la atracción física, a la calidad del sexo compartido, a una afinidad de gustos o de formas de pensar, o, por ejemplo, debido a una serie de intereses comunes. Sin embargo, una relación está condenada a muerte en el momento en que se pierde el respeto.

Efectivamente, en la práctica totalidad de relaciones que he podido observar a lo largo del tiempo no he detectado excepciones a esta regla: la falta de respeto, más pronto que tarde, termina destruyendo una relación.

El respeto es una cualidad que nace del amor más puro y es capaz de obrar milagros, si hablamos de relaciones, porque permite, incluso, que seres humanos con caracteres o puntos de vista diametralmente opuestos puedan mantener la armonía entre ellos indefinidamente. Y he conocido unos cuantos casos.

La falta de respeto en una pareja acontece cuando una de las partes deja de tener miramiento, consideración o deferencia hacia la otra. Algo que puede manifestarse de muy distintas maneras, desde aspectos más generales de la convivencia hasta pequeños detalles que resultan tremendamente delatores.

En una relación de pareja, la comunicación verbal es un fenómeno recurrente, por lo que resulta muy fácil identificar en ella la falta de respeto. Por eso, normalmente, cuando un miembro de la pareja le dice por primera vez al otro alguna de estas frases esto suele suponer un antes y un después en la relación:

  • ¿Pero tú eres tonto, o qué?
  • Eres una inútil.
  • Te estás poniendo gordo.
  • Qué torpe eres. Siempre se te olvidan las llaves.
  • Si te molesta mi música, te aguantas.
  • No me vengas con tus tonterías.
  • ¿Otra vez haciendo un drama?
  • Paso de ti.

Como digo, en la inmensa mayoría de veces, estas frases, u otras similares (con su correspondiente carga de desprecio), implican un punto de no retorno, una línea roja que, cuando se cruza, no suele haber vuelta atrás.

Y es que cuando un ser humano ama genuinamente a otro tiende a darle lo mejor de sí mismo. Pero cuando el amor se acaba, lo que tiende a aflorar es nuestro lado más oscuro.

O sea, algo que nada tiene que ver con el amor.

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