Enfermedades autoinmunes y autoagresión

 

 

El sistema inmunitario puede perfectamente compararse con un ejército cuya misión primordial es salvaguardar y defender la integridad de un territorio: nuestro propio cuerpo.

A su vez, todo ejército está encabezado por un general, o caudillo, que se encarga de comandar las tropas y las legiones para que cumplan adecuadamente con su cometido.

Pues bien, cada uno de nosotros es el general de su propio ejército, con la particularidad de que nosotros dirigimos el nuestro mediante órdenes que derivan de nuestra mente inconsciente, en vez de provenir del consciente, tal como sucedería con las que da el general de un ejército convencional.

Esto significa que nuestros soldados (los leucocitos) se comportarán en cada momento en consonancia con la forma de actuar que tengamos nosotros en nuestra vida cotidiana. Por ejemplo: si un ser humano tiene muy mermada su capacidad de lucha eso se reflejará en una depresión más o menos severa del sistema inmunitario. Por contra: si está siempre a la defensiva, esa actitud, intensa y prolongada en el tiempo, podría derivar en una leucemia (proliferación descontrolada de leucocitos, los cuales ven enemigos en todas partes).

Pero también puede darse un tercer escenario: ¿qué pasa cuándo una persona se agrede a sí misma sistemáticamente? Pues, simple y llanamente, que eso puede derivar en una enfermedad autoinmune. Es decir, una enfermedad que se caracteriza por el ataque que sufre el cuerpo por parte de su propio sistema inmunitario.

Sí, nuestro cuerpo es un reflejo fiel de nosotros mismos, y opera, en cada momento, según nuestros patrones de conducta y comportamiento, estableciéndose un principio de correspondencia entre nuestra parte inmaterial (mente y espíritu) y la corpórea (el organismo que somos).

Como es de suponer, una persona puede hacerse daño a sí misma de mil maneras diferentes, por ejemplo: abusando de ciertas sustancias dañinas, aferrándose a algunas relaciones tóxicas, a un trabajo que detesta visceralmente o a un pasado que ya no volverá.

En condiciones de alta autoestima y sentido común un ser humano no se agrediría a sí mismo y evitaría a toda costa semejante comportamiento. Sin embargo, en la sociedad distópica que hemos creado el sentido común brilla por su ausencia, y el tener una alta autoestima es tan raro de ver como los diamantes.

Por eso, en esta época que vivimos, abundan tanto las enfermedades autoinmunes.

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