¿La vida es injusta?

 

He conocido a muchas personas que piensan que la vida es injusta. Incluso yo mismo en un pasado también lo pensaba. Lo pensaba hasta que empecé a comprender cómo funciona el Universo y cuáles son las leyes que lo rigen. Aunque también me ayudó mucho el haber tenido algunas experiencias trascendentales en primera persona, siendo ya un veinteañero. Entonces, a partir de ese momento, me di cuenta de que la vida es completamente justa. Es más, lo es siempre; y con todo el mundo.

En la mayoría de seres humanos la creencia de que la vida es injusta se basa, a su vez, de forma consciente o inconsciente, en otras tres creencias:

  1. Creer que Dios no existe porque si existiera no permitiría el mal que se manifiesta en el mundo.
  2. Creer que determinados fenómenos o acontecimientos ocurren por casualidad, es decir, que se manifiestan porque sí, sin que necesariamente haya una causa detrás.
  3. Creer que el ser humano sólo tiene una vida.

De este sustrato ideológico, brotan creencias como, por ejemplo:

  • Si Dios existiera de verdad y fuera bueno, no permitiría las guerras, ni las enfermedades, ni el sufrimiento.
  • Mi hermano tuvo un grave accidente de coche porque le tocaba, porque tenía que tenerlo. Fue mala suerte. Si ese día se hubiera quedado en casa, no lo habría tenido.
  • Si la vida es justa, ¿por qué hay niños que nacen entre algodones y tienen una vida estupenda mientras que otros nacen y mueren en la miseria?

Sin embargo:

  • Dios no es humano ni posee las debilidades propias del ser humano. Es una conciencia universal amorosa, creativa y unificadora que se manifiesta a través de todo lo que existe y que de ningún modo interfiere en el libre albedrío de los seres, el cual es sagrado.
  • La casualidad no existe. Existe la causalidad. Todo lo que se manifiesta tiene una causa y, al mismo tiempo, es causa de otro efecto. Todo tiene un porqué, una razón de ser, que puede conocerse y entenderse.
  • El espíritu del ser humano, para poder vivirse plenamente y poder experimentar todo lo que está llamado a experimentar (la totalidad), necesita muchas vidas. Con una sola no tendría ni para empezar. La reencarnación da un profundo sentido a la vida y explica el porqué de ciertos fenómenos aparentemente injustos.

Por consiguiente:    

  • Es el ser humano el que a menudo se comporta de manera injusta en el ejercicio de su libre albedrío. Así pues, si la vida es injusta es porque nosotros hacemos que lo sea. Nosotros somos responsables del mundo que hemos creado.
  • Cada ser humano es, consciente o inconscientemente, dueño de su destino. Su destino se va forjando según las decisiones que va tomando en cada momento de su existencia.
  • El dolor y el sufrimiento que pueda experimentar un ser humano a lo largo de su vida está relacionado con las decisiones que tomó en el pasado y con las acciones de vidas pretéritas.
  • Nosotros, los seres humanos, para bien y para mal, somos los dioses creadores de nuestra realidad.
  • Comprendiendo cómo opera la Ley de Causa y Efecto y mediante el amor, en cualquiera de sus facetas, podemos ir evitando cada vez más el dolor, el sufrimiento y todas esas situaciones que en algún momento hemos sentido o juzgado como injustas.

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