En muchos de mis artículos he hablado de conflicto con la figura de la madre/del padre, y alguna persona me ha comentado que cómo podía, por ejemplo, tener un conflicto con la madre si se llevaba bien con ella, que no le encajaba.
Es cierto que cuando la mayoría de la gente escucha esta palabra (conflicto) piensa en enfrentamiento, discusión o disputa. Sin embargo, para nuestra mente inconsciente un conflicto puede ser algo muy diferente.
Que un ser humano tenga un conflicto con la figura del padre o de la madre (originado en la infancia) y que condicione su vida de adulto puede ser debido a que, por ejemplo:
• La madre quiso abortarlo cuando se quedó embarazada.
• La madre no le dio el pecho cuando era un bebé, o no se lo dio durante el tiempo suficiente.
• El padre trabajaba viajando y se ausentaba del hogar durante semanas o meses.
• La madre tardaba en atender a su bebé cuando éste lloraba.
• El padre era frío y distante, o muy exigente, o tiránico.
• El padre no defendía a su hijo, y se quedaba callado, cuando su madre le castigaba injustamente.
• La madre era muy controladora e inquisitoria.
• La madre le humillaba sistemáticamente delante de sus hermanos.
• El padre era un hombre débil de carácter.
• El padre no respetaba el espacio personal del hijo.
• La madre mintió a su hijo en algún asunto importante.
• El padre se arruinó y pasaron calamidades.
• La madre tenía celos de su hija.
• El padre engañaba a la madre con otra mujer y el hijo/a fue testigo de ello.
Estos conflictos, asociados a sus correspondientes emociones, tienden a anclarse en la mente inconsciente del niño pequeño y pueden llegar a condicionar enormemente su vida como adulto, por ejemplo:
• Dificultándole para tener una pareja estable con amor recíproco.
• Impidiéndole disfrutar de una vida próspera y abundante a pesar de esforzarse mucho para ello.
• Convirtiéndole en una persona con escasa o nula autoridad ante los demás y poco respetable.
• Provocándole adicciones por las que pague un alto precio.
• Haciendo de ella una persona dependiente e inmadura.
• Creándole inestabilidad laboral o facilidad para ser despedido en los trabajos.
• Sintiéndose una persona con poco valor y baja autoestima.
• Propiciando una gran falta de empatía con los demás.
• Padeciendo una salud precaria o enfermedades recurrentes.
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