¿Qué gente te rodea?

 

Los seres humanos tendemos a rodearnos de gente semejante a nosotros. De hecho, podríamos decir que somos, en gran medida, una mezcla de las cinco personas con las que más contacto tenemos en nuestro día a día. 


Por eso, es tan importante en la vida saber rodearse de la gente adecuada en cada momento, es decir, elegir convenientemente quiénes forman parte de nuestro círculo más inmediato. Porque el que en nuestra vida predomine el conflicto o la armonía dependerá mucho de las interacciones que establezcamos con según qué personas.


Todos nosotros conocemos a individuos cuya existencia ha transcurrido y ha acabado desagradablemente, o de forma nefasta, por juntarse con compañías inapropiadas. Y seguro que también hemos conocido a otros seres humanos cuyas vidas han evolucionado estupendamente gracias a la influencia positiva de ciertas personas allegadas.


Después de veinte años pasando consulta puedo deciros que una buena parte de los conflictos y problemas de salud que experimentan mis pacientes/consultantes tienen que ver directa o indirectamente con las relaciones que mantienen con la gente que les rodea a diario. Por ejemplo: una pareja que no te respeta, de la que dependes económicamente o a la que ya no amas; o un compañero de trabajo con el que chocas cada dos por tres, o un vecino que te molesta constantemente, o un hijo pequeño que nunca te obedece, o un familiar que trata de dirigir tu vida a pesar de que eres ya un adulto… Todas estas situaciones suelen ser fuente de conflicto y, a menudo, si no se gestionan adecuadamente, derivan en problemas de salud o enfermedades.


En realidad, la inmensa mayoría de los conflictos que puede experimentar un ser humano a lo largo de su vida tiene que ver con las relaciones, ya sean de pareja, laborales, familiares o amistosas. Y, a su vez, prácticamente todos los problemas de salud son la expresión corpórea de conflictos humanos no resueltos.


Si todo esto lo tenemos claro, entonces podemos comprender la importancia, y la conveniencia, de rodearnos de gente que aporte valor a nuestra vida y con la que disfrutemos de relaciones mayormente armónicas. 


Por supuesto, el tener una relación conflictiva o no con alguien también dependerá, no sólo del carácter y del comportamiento de la persona con la que interactuemos sino de nuestra propia actitud, de nuestras habilidades sociales y de los recursos humanos que hayamos desarrollado en nuestro proceso de crecimiento individual.


Al final, la sabiduría popular puede darnos algunas pistas sobre esta importante cuestión:


    • Quien a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija.
    • Dime con quién andas y te diré quién eres.
    • Más vale estar solo que mal acompañado.

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