Pequeños detalles que pueden cambiarte la vida

 


Hace unos pocos años, un amigo mío acababa de mudarse a un hermoso chalé en una urbanización próxima a Valencia. Se había establecido allí con su mujer, sus dos hijas y su suegra, a la que quería como a una madre. Doña Teresa se llamaba. Una mujer, dicho sea de paso, de casi ochenta años pero que disfrutaba de una excelente salud.


El caso es que mi amigo me invita un domingo a comer y lo primero que hace cuando llego es enseñarme su imponente casa. Me quedé impresionado. Cada habitación era, prácticamente, como un pequeño apartamento. Y una de esas recámaras era la de doña Teresa; muy parecida, por cierto, a la de la foto que ilustra este artículo (sacada de Internet).


Total, que charlando con Teresa en el jardín mientras mi amigo y su mujer terminaban de preparar la comida, me decía esta buena señora que desde que se había mudado, a pesar de estar viviendo en una casa mucho mejor que la anterior y de estar muy feliz en ella, se notaba bastante cansada y un tanto nerviosa, y no tenía ni idea del porqué.


Entonces, le pregunté que dónde pasaba la mayor parte del tiempo y me dijo que en el sofá de su habitación, porque, al estar justo debajo de la ventana y tener mucha luz, le permitía poder leer cómodamente y hacer ganchillo.


Según el Feng-Shui, entre la puerta de una habitación y su ventana se establece una corriente energética muy potente (chi) que puede debilitar a un ser humano que se interponga prolongadamente en ella, y justo el sofá de Teresa estaba en mitad de esa corriente, lo que explicaría su reciente cansancio. A esto había que sumarle el hecho de que el sofá le daba la espalda al gran ventanal, lo que provocaba que Teresa tuviera un enorme ángulo muerto y una sensación inconsciente de no controlar lo que ocurría justo detrás de ella (el vacío detrás de la ventana), lo que, supuestamente, le estaba causando el nerviosismo.


Así pues, le sugerí a Teresa que colocara el sofá justo donde (en la foto) estaba la estantería, con la certeza (intuitiva) de que esa maniobra resolvería por completo la situación. A lo que ella me contestó que ese mismo día haría el cambio.


Una semana más tarde, me llama mi amigo por teléfono y me dice entusiasmado, literalmente: Oye, macho, estoy alucinando, no sé qué le dijiste a mi suegra pero desde que cambió de sitio el sofá de su dormitorio parece otra. Dice que ya no está cansada y que ya no se siente nerviosa, que todas esas sensaciones le han desaparecido por completo…


...¡ah!, y que a ver cuándo vuelves a comer por aquí, que tiene muchas ganas de darte un superabrazo.

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