Carne sí o carne no

 

Algunos datos que conviene saber:

  • En la dieta original del ser humano (hace casi un millón de años) predominaban los vegetales. No eran exclusivos, pero sí dominantes. Algunos humanos se volvieron cazadores por pura necesidad, no por placer. El ser humano fuera de su entorno natural procuró adaptarse y comer lo que había disponible. En algunos entornos escaseaban los vegetales y tuvo que comer carne.
  • La morfología de nuestra dentadura, el pH de nuestra saliva, el tamaño de nuestro hígado y la longitud de nuestros intestinos delatan que no somos animales carnívoros, pero sí somos capaces de comer carne (cocinada).
  • La carne cruda repugna a la mayoría de seres humanos pero le hace la boca agua a cualquier animal genuinamente carnívoro. Lo que demuestra que no es un alimento de naturaleza humana, pero eso no significa que no podamos o que no debamos comerlo. Insisto: tenemos más capacidad de adaptación que cualquier otro animal del planeta.
  • El cómo de bien o de mal le pueda sentar la carne a un ser humano dependerá de la calidad de la misma, del modo en que se coma, de la cantidad y de factores fisiológicos, mentales y emocionales.
  • Un exceso de carne puede desequilibrar a una persona con tendencia a ser agresiva mientras que ingerir una cierta cantidad de carne puede ayudar a equilibrar a una persona débil de carácter.
  • Los animales herbívoros o vegetarianos son mucho más longevos que los carnívoros, pero, a menudo, los animales herbívoros o vegetarianos son las presas de los carnívoros porque suelen estar menos capacitados para la lucha.
  • El ser humano, biológicamente hablando, no es omnívoro, pero tampoco es un vegetariano “puro”. Un animal omnívoro es el oso, o la rata, por ejemplo. Pero la anatomía y la fisiología de un omnívoro es muy distinta a la nuestra.
  • Los pueblos indígenas más longevos (con diferencia), y más pacíficos, de la historia moderna han sido los abcasios del Cáucaso, los vilcabambas de Ecuador y los hunzas del Himalaya. Todos ellos adoptaron dietas donde predominaban los vegetales. Sin embargo, los pueblos más guerreros y conquistadores han sido muy carnívoros.
  • En los últimos años, mucha gente se ha visto naturalmente impulsada a reducir o a eliminar el consumo de carne, y a muchos de ellos les ha ido muy bien en lo relativo a su salud. Sin embargo, aunque los vegetales pueden proporcionarnos una gran salud y son muy depurativos, la carne también fomenta en el ser humano la fuerza, el coraje, la determinación, el valor, el espíritu de lucha, la resistencia… La carne estimula la producción de testosterona. Y sin testosterona no hay valor ni capacidad de lucha.
  • Los alimentos producen efectos en el cuerpo, pero también afectan a la mente y a las emociones.
  • Los alimentos son un reflejo de la personalidad de quien los ingiere, y, al mismo tiempo, modelan la personalidad del ser humano. Es un flujo de doble sentido.
  • El grado de toxicidad de la carne tiene mucho que ver con la forma en que ha vivido el animal, con lo que ha comido, con los fármacos que se le han administrado y con la forma en que ha sido sacrificado. Por eso, la carne procedente de granjas industriales es altamente tóxica, mientras que la ecológica lo es mucho menos. Aunque, por supuesto, la mejor carne para comer sería la de caza (de un animal salvaje).
  • El comer o no carne no debería ser el resultado de una decisión política o ideológica, debería fundamentarse en un criterio biológico (si realmente la necesito para mi equilibrio y desarrollo o no).

El grado de diversificación que ha conseguido la especie humana a lo largo de casi un millón de años de existencia es tan grande que no es razonable ni lógico dar una fórmula universal para todos los seres humanos. Por eso, ante la pregunta de si es conveniente comer carne o no, la respuesta sería: Dependerá de cada caso.

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