Sol y testosterona


El Sol es el padre, el astro rey del que procede la energía que da vida y fecunda a la madre Tierra. Es Sol es, pues, Lo Masculino. Por eso, es fundamental para el adecuado equilibrio, tanto de los hombres como de las mujeres.

Tomar el Sol (no con la intención de ponerse uno moreno) aumenta los niveles de vitamina D en el cuerpo, y la vitamina D, a su vez, aumenta los niveles de testosterona; a la par que reduce los niveles de cortisol, la hormona del estrés.

Cuando un ser humano toma el Sol, efectivamente, aumentan sus niveles de testosterona (mucho más en los hombres que en las mujeres). Y la testosterona es una hormona imprescindible para la lucha, para el combate y para la supervivencia. Es la hormona que nos permite, por ejemplo, responder con fuerza, con valor y con determinación ante un abuso, un atropello o una agresión. Es la hormona que nos aleja de la pasividad. Y muy importante: la testosterona nos permite vencer la búsqueda de la seguridad y ser capaces de correr riesgos. Nos impulsa a salir de la comodidad.

La testosterona se produce en los testículos, en los hombres, y en los ovarios, en las mujeres. De ahí viene la expresión coloquial Tener huevos o Tener ovarios, es decir, tener valor, tener coraje, tener arrojo. Por consiguiente, la testosterona es la hormona del valor. Y el valor es lo opuesto a la cobardía.

Por eso, ahora más que nunca, es una hormona imprescindible que conviene estimular. Porque nos va la vida en ello.

Literalmente.

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