Aceite esencial de orégano: uno de los antibióticos y antiparasitarios más potentes de la Naturaleza.
Extraído de la planta de orégano, este elixir portentoso ha sido utilizado durante siglos en diferentes culturas para tratar diversas afecciones y enfermedades debido a sus excelentes propiedades antibacterianas, antifúngicas, antivirales, antiinflamatorias, antiparasitarias y antioxidantes.
Las propiedades medicinales del aceite esencial de orégano se deben a su alto contenido de carvacrol y timol, dos compuestos orgánicos que le confieren una potencia antibiótica difícil de superar. Estos compuestos pueden ayudar a inhibir el crecimiento de bacterias dañinas en nuestro cuerpo y pueden combatir infecciones comunes como, por ejemplo, la vaginitis bacteriana, la infección por cándida o la Helycobacter pylori, entre otras muchas.
Además, el aceite esencial de orégano puede utilizarse para aliviar la inflamación, reducir el dolor y tratar enfermedades respiratorias. Unas propiedades que resultan especialmente beneficiosas para personas que sufren de asma, tos, bronquitis y otras afecciones respiratorias.
Este extracto oleoso singular también es un potente antioxidante. Los antioxidantes ayudan a combatir el daño celular y protegen a nuestro cuerpo de afecciones crónicas, como las enfermedades cardíacas, la artritis y el cáncer. Además, se sabe que los antioxidantes pueden ayudar a retrasar el proceso de envejecimiento y promover una piel saludable, entre otros efectos.
Otra ventaja del uso del aceite esencial de orégano es su capacidad para mejorar la función digestiva. El aceite puede ayudar a reducir la inflamación en el tracto digestivo y también puede estimular la producción de enzimas digestivas, lo que propicia una digestión adecuada y la absorción de nutrientes.
Sin embargo, es importante tener en cuenta que debido a su enorme potencia, el aceite esencial de orégano debe ser utilizado con mucha precaución. Para ser ingerido debe tener un grado alimentario adecuado y siempre ha de ser diluido con un aceite portador (como el de coco, por ejemplo), miel, miga de pan o cierta cantidad de líquido. Jamás debe aplicarse directamente sobre la piel ni sobre una mucosa. Y deben abstenerse en su uso las mujeres embarazadas o las que estén dando el pecho.
En todo caso, hay que seguir estrictamente las recomendaciones específicas y la dosis que recomiende cada fabricante para obtener unos resultados óptimos y para evitar cualquier contratiempo.
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