Limpiar tu casa te ayudará a curarte

 

Existe un enorme paralelismo, y una correspondencia muy precisa, entre nuestro cuerpo y nuestra casa. Por eso, nuestro espacio vital es una proyección muy fiel de lo que nosotros somos como seres humanos... con todos sus matices, y tanto en lo armonioso como en lo que no lo es.

Cuando alguien atraviesa por un proceso infeccioso, como una gripe, un catarro o una bronquitis, por ejemplo, y decide abordarlo con medicina natural es muy fácil que uno entre en un proceso de desintoxicación que se puede prolongar más o menos en el tiempo con sus correspondientes síntomas, según cada caso: tos, fiebre, congestión, mucosidad...

Una forma muy eficaz e inteligente de acortar ese proceso de depuración, tan necesario como ingrato, es limpiar la propia casa: quitar el polvo, la suciedad incrustada, la mugre de ciertos rincones escondidos, poner orden, tirar trastos...

Doy fe de que cuando he podido hacer esa limpieza profunda en la casa, o alguien lo ha hecho por mí, estando yo en un proceso infeccioso como los descritos, ha habido un antes y un después en mi estado, y una mejora considerable. A fin de cuentas, Como es arriba es abajo, y como es abajo es arriba (Principio de Correspondencia).

Evidentemente, si estás con fiebre, débil y sin ganas de nada, poco te va a apetecer ponerte a limpiar la casa en profundidad, pero si te puedes permitir contratar a alguien para que lo haga, o un conocido está dispuesto a hacerlo por ti por aprecio, vas a notar más pronto que tarde los beneficiosos cambios en tu proceso. Garantizado.

Y si las circunstancias no te lo permiten de ninguna de las maneras, entonces te recomiendo que lo hagas justo cuando empieces a sentirte un poco mejor, aunque tengas que hacerlo poco a poco, a lo largo de varios días.

Tu cuerpo lo agradecerá.

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