He conocido a personas que después de mucho tiempo, y tras haberlo intentado por distintos caminos, no han conseguido liberarse de una tos rebelde. Y aunque dicha tos no sea grave (si, efectivamente, no lo es), puede llegar a ser muy molesta, incluso irritante.
Sí, el síntoma nos ayuda a expresar, desde la oscura fosa del inconsciente, lo que no hemos sido capaces de expresar conscientemente. En este caso: la irritación.
Un suceso próximo a nosotros, o bien una persona con la que tenemos una relación de proximidad, nos irrita. De una forma continuada. Entonces, podemos sentir ganas de hablar, de gritar o de escupir nuestra pena, pero por educación, o por miedo, no expresamos esa irritación. La reprimimos sistemáticamente. Y al final termina transfiriéndose al cuerpo.
Cada tos es un esfuerzo que hace el cuerpo para desprenderse de flemas o mucosidades, que son las que causan la irritación en el plano físico, pero también, inconscientemente, es un esfuerzo para liberarnos de esa irritación emocional que llevamos dentro (soledad, la amargura, la tristeza, la incomprensión, la frustración, etc.).
La tos rebelde se cura identificando y aceptando aquello que nos irrita, y trabajando nuestra tolerancia y nuestra flexibilidad (para ser menos críticos y no irritarnos tan fácilmente).
En el plano físico, nos ayudará:
- Eliminar/reducir temporalmente los alimentos mucógenos, es decir, los que causan mucosidad y flemas (exceso de aceite, harinas, pan, huevos, y, sobre todo, lácteos).
- Las infusiones para las vías respiratorias (por ejemplo: pulmonaria, tomillo, llantén, drosera, malva...). Siempre deben tomarse calientes.
- El jengibre (añadido a nuestras infusiones o bien rallado y añadido a nuestras comidas).
- Las lavativas (mano de santo).
- Las saunas.
- La decocción fría de hoja de olivo y caléndula.
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