Imagina por un momento que ganas un premio de 5 millones de euros en la lotería. Si gastaras ese dinero alocadamente bien podrías perderlo todo en muy poco tiempo, pero si lo invirtieras de la forma adecuada, fácilmente podrías jubilarte y vivir de rentas el resto de tus días.
La diferencia entre un camino y otro la marcaría el cómo invirtieras ese dinero: o en una serie de bienes para satisfacerte a corto plazo (una mansión, un coche de lujo, caprichos...), es decir, en "pasivos" (no te dan rentabilidad y hacen que tu dinero disminuya); o bien en "activos" (como una tienda online, viviendas para alquilar o una franquicia), es decir, bienes que te dan una rentabilidad constante y que hacen que cada vez tengas más dinero.
Según esto, una persona rica sería aquella que tiene muchos activos en su vida y pocos pasivos.
Pues bien, con la salud sucede exactamente lo mismo. Igualito.
Una persona rica en salud, es decir, una persona con una gran salud sería aquella que tiene pocos "pasivos" (hábitos poco saludables) y muchos "activos", es decir, hábitos que le aportan cada vez más salud.
Si hablamos de salud, pasivos podrían ser: tomar café, fumar, trasnochar, hacer poca vida social, comer comestibles refinados, pensar negativamente, no depurar nunca el organismo, alimentar emociones destructivas, salir poco a la Naturaleza, no resolver los conflictos internos pendientes, vivir en el miedo...
Mientras que los activos de la salud serían cosas como beber un agua muy pura, comer alimentos integrales y ecológicos, usar un extractor de zumos, hacer deporte, dormir bien, meditar, hacer excursiones por la Naturaleza, cultivar las amistades, ser positivo, depurar regularmente el organismo, practicar el amor...
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