A poco que nos fijemos, nos daremos cuenta de que el Universo nunca está en crisis. Y nunca, jamás, le afectan las crisis. Ninguna crisis. Ni siquiera las más trágicas de nuestras humanas crisis.
El Universo no entra en crisis cuando España entra en crisis porque el gobierno de turno hace desmesurados recortes en gastos sociales. El Universo no entra en crisis cuando los océanos entran en crisis y se contaminan con plásticos que terminan mezclados con la sal que echamos a nuestra comida. Ni entra en crisis cuando Venezuela, Siria o Afganistán entran en crisis.
El Universo no entra en crisis cuando Alberto entra en crisis porque es despedido improcedentemente de su trabajo y ya no puede pagar la hipoteca. Ni cuando Alicia entra en crisis de pareja con su novio porque éste se ha enganchado a la cocaína y ya no le trata con cariño. Ni cuando el hijo de Carmen, todavía un crío, es diagnosticado de una enfermedad maligna.
No, el Universo no entra en crisis cuando nosotros, nuestra realidad o nuestro mundo entran en crisis. Porque, a pesar de todas nuestras crisis, las manzanas que cuelgan de las ramas de los manzanos siguen cayendo a tierra cuando maduran, obedeciendo fielmente la Ley de la Gravedad. Y pase lo que pase con nuestras crisis, el Sol siempre sale por el Este, puntualmente, cada mañana, debido al sentido de la rotación de la Tierra.
La Ley de Atracción, la de Causa y Efecto o el Principio del Ritmo nunca entran en crisis. No van a la huelga. No dejan de operar por ser festivo. No dejan de actuar ni de modelar la realidad porque nosotros, o nuestro mundo, entremos en crisis.
El Universo, por contra, fluye y se manifiesta conforme a unas leyes inmutables por encima de las cuales se posa suavemente, con sus alas mágicas, la Ley del Amor, que siempre está presta para ser encarnada. Siempre se apresta para transmutar, dulcificar, unificar y sanar todas esas realidades en crisis que nosotros vivimos.
Así pues, pese a quien le pese, y pese a todas nuestras humanas crisis, el Universo jamás acota o restringe su abundancia intrínseca. El Universo nunca deja de manifestarse ni de mostrarse en todo su esplendor, con todos sus magníficos e inacabables recursos, con toda su sobrecogedora belleza.
El Universo, en la peor de nuestras crisis, incluso en la más angustiosa y desgarradora de todas, es capaz de doblegarse y de postrarse a nuestros pies, humilde y generoso, para servirnos y para colmarnos de riqueza, salud y felicidad...
...siempre y cuando nosotros le miremos de igual a igual
y nos reconozcamos a nosotros mismos
como el dios creativo y amoroso que
todos llevamos dentro y que
verdaderamente somos.
verdaderamente somos.
Así es.
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