Qué es y cómo funciona la "Ley del Karma".


Como la palabra karma es sánscrita, podría parecer a primera vista que el concepto asociado a ella es oriental y que, por lo tanto, nos queda muy lejano. Sin embargo, dicho concepto es universal, y, de hecho, nosotros tenemos varios refranes que expresan perfectamente esta ley. He aquí algunos de ellos:

Quien a hierro mata, a hierro muere.
- A todo cerdo le llega su San Martín.
- Siembra vientos y recogerás tempestades.
- Quien riendo la hace, llorando la paga.

El caso es que existe la creencia, muy extendida, de que la Ley del Karma es una especie de castigo cuando uno hace algo malo. Algo así como: si te portas mal con alguien, pagarás por ello y la vida te devolverá ese mal que has hecho. Pero la Ley del Karma no es un castigo, ni un ajuste de cuentas; es, en esencia, un mecanismo para la toma de conciencia, cuya razón de ser no es otra que favorecer la compasión en el ser humano. Ilustraré esto que digo con un ejemplo sacado de la vida real.

Fulanito es comercial y se dedica a vender una conocida marca de batidos para adelgazar. Algunos de sus clientes le comentan que después de tomar dichos batidos sienten molestias en el estómago, pero Fulanito les dice que eso se puede deber a otras razones y le quita importancia a este hecho. No obstante, conforme pasa el tiempo más y más clientes le comentan lo mismo, pero Fulanito le sigue quitando importancia.

Un buen día, Fulanito queda con su amigo Menganito para comer y le comenta lo del dolor de estómago de muchos de sus clientes. Y cuando Menganito le pregunta que por qué sigue vendiendo un producto que causa esos problemas Fulanito le contesta que porque gana mucho dinero y que de algo hay que vivir.

En la sobremesa, Fulanito empieza a experimentar un fortísimo dolor de estómago, hasta el punto en que Menganito le tiene que llevar al hospital. Allí lo ingresan y le dicen que sufre una intoxicación alimentaria muy grave, pero que saldrá de esta...

Al cabo de un par de días, ya recuperado, Fulanito decide reincorporarse a su actividad, pero su coche, que es su herramienta de trabajo, sufre una avería muy grave en el motor. En el taller le dicen que la reparación le costará cinco mil euros.

Fulanito se para a pensar y se da cuenta de lo siguiente: el día de la intoxicación fue el mismo día en el que le dijo a su amigo que, a sabiendas de que los batidos perjudicaban al estómago, él los seguía vendiendo para ganar dinero. Y haciendo números, Fulanito también se da cuenta de que el importe de la reparación del coche coincide exactamente con la suma de dinero que ha ganado vendiendo los batidos hasta ese momento.

Entonces, Fulanito, lo comprende todo: él ha vivido en sus propias carnes todo el dolor que ha causado a sus clientes, y ese dinero que ganó con mucha facilidad pero suciamente (desoyendo a su conciencia) ahora lo tiene que invertir, íntegramente, para reparar su coche. Así que todo encaja, todo es justo, todo es perfecto.

Fulanito tiene remordimientos de conciencia. Se da cuenta de que como siga haciendo daño a los demás va a seguir pagando un precio por ello, y cada vez mayor, así que decide dejar ese trabajo, aunque eso implique, quizá, vivir precariamente; pero por lo menos podrá dormir tranquilamente por las noches, sabiendo que no hará daño a nadie.

A la mañana siguiente, un amigo del que hacía tiempo que no sabía nada, le comenta que la empresa para la que él trabaja está buscando un comercial con experiencia y vehículo propio para vender productos naturales...

Y es que, cuando uno toma conciencia de sus actos y decide actuar buscando el bien común y sin hacer daño a nadie, entonces, automáticamente, la Ley del Karma se desactiva. Ya no tiene razón de ser. Ya está fuera de lugar.

Ha sido transmutada con la Ley del Amor.

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