Para una mayoría de personas, la idea de alimentarse significa un proceso corporal que va desde la boca hacia dentro y que implica ingerir alimentos físicos. Sin embargo, esta es una pequeña parte de lo que globalmente supone la alimentación para el ser humano.
Si nos paramos a observarlo, a lo sumo, dedicamos unas dos horas al día a comer. ¿Pero cuántas horas dedicamos al día a hablar? Y cuando digo "hablar" puede ser con otra persona... o con uno mismo. De cara a nuestro inconsciente, no hay diferencia. Lo que cuenta es lo que sale de tu boca.
Mucha gente se sorprende de llevar una vida sana, una alimentación estupenda (natural, integral, incluso ecológica) y, sin embargo, padecer ciertos problemas de salud, o achaques, o dolores. No les encaja. "¿Por qué no termino de sentirme bien, con lo que yo me cuido? Pero si como de maravilla".
Hoy quiero compartir con vosotros la que para mí es una gran verdad. Más grande, incluso, que la catedral de Santiago de Compostela: que lo que sale de tu boca es un alimento mucho más importante que la comida que entra por ella. Así de rotundo.
Lo que sale de tu boca puede ser un VENENO, y hacerte daño (o a tu entorno, a la Humanidad, al planeta...). Por ejemplo, cuando dices algo como:
- Fulanito es una persona tóxica. Fíjate en lo que me ha hecho.
- Yo no sirvo para hablar en público. Enseguida me pongo nervioso.
- Seguro que si nos vemos otra vez, volveremos a discutir. Siempre termina ocurriendo.
- ¿Por qué me tratas tan mal? No me lo merezco.
- Cariño, si ese niño se burla de ti en el recreo, aléjate de él.
- Después de lo que me has hecho, ya no confío en ti.
- Este es un país de corruptos.
- Tú y yo no tenemos nada en común.
- No sé cómo voy a salir de esta situación. Mi vida es un desastre.
- Necesito dinero. Después de que me despidieran del trabajo, me he quedado sin ingresos.
Ahora bien, lo que sale de tu boca puede ser un ALIMENTO, y nutrirte. Por ejemplo, cuando dices algo como:
- Me siento disgustada con Fulanito, pero encontraré la manera de decírselo. Me gustaría que supiera cómo me siento.
- Hablar en público siempre me ha causado inseguridad, pero sé que puedo superarla.
- Seguro que si sabemos cómo se siente el otro, y lo que necesita, podremos vernos de nuevo sin discutir.
- No me gusta la forma en que te diriges a mí. Y el caso es que me siento muy a gusto contigo cuando me tratas con amabilidad y con respeto.
- Cariño, si ese niño se burla de ti en el recreo, acércate a él, sé amable y devuélvele una sonrisa.
- No me ha gustado lo que me has hecho, pero yo también me equivoco a veces. Estoy segura de que eso no volverá a suceder.
- En este país hay gente muy honrada y decente.
- Seguro que si nos paramos un momento, descubriremos que tú y yo tenemos más de una cosa en común.
- Voy a serenarme y estar lo más tranquilo posible, sin pensar en nada. Seguro que el Universo me dará señales y me ayudará para que pueda salir de esta situación.
- Me encantaría tener dinero de sobra para vivir confortablemente, así que abro mi mente y mi corazón a esa maravillosa opción.
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