Un porcentaje de las personas que contactan conmigo para acudir a mi consulta por primera vez me dicen en algún momento de la conversación esta frase: "...es que no termino de encontrarme bien".
Algunas de ellas han hecho cambios por su cuenta o se han puesto en manos de un profesional de la medicina natural. Y en el mejor de los casos, han experimentado una mejoría durante un tiempo, pero a menudo llegan a un punto en el que inevitablemente no terminan de encontrarse todo lo bien que desearían, por lo que siguen buscando una solución.
Finalmente, cuando estas personas acuden a mi consulta y tengo la oportunidad de hablar con ellas, lo habitual es que no tarde mucho en darme cuenta de por qué no terminan de encontrarse bien. A veces, se trata de detalles que a otros profesionales les han pasado desapercibidos, mientras que en otras ocasiones pueden ser factores que se desconocen y que, simplemente, no se tienen en cuenta.
Donde yo veo que falla más la gente es en tres puntos muy concretos: hábitos, combinación de alimentos y actitud ante situaciones conflictivas.
Por ejemplo, he tenido casos en los que personas con problemas digestivos han acudido a un naturópata, éste les ha cambiado la dieta pero en ningún momento les ha dicho que es esencial masticar bien la comida o no ponerse horizontal después de una comida. Con lo cual, no remontan completamente.
Otras personas es cierto que mejoran su dieta, pero no tienen en cuenta la combinación de los alimentos; y eso les impide perder todo el peso que desearían, mejorar sus digestiones, o bien poder curar sus enfermedades. Sobre todo, teniendo en cuenta de que el no combinar adecuadamente los alimentos (aunque éstos sean integrales y ecológicos) genera toxinas en el organismo.
Por último, decir que muchas personas confían en poder resolver sus problemas de salud aferrándose a un cambio en su alimentación y mejorando ciertos hábitos. Y a veces sí que consiguen mejorar su condición... pero no terminan de encontrarse bien porque en sus vidas sigue habiendo situaciones conflictivas que no gestionan de la manera adecuada. Lo cual, con el tiempo, va en detrimento de su salud.
Y es que el ser humano es un todo: somos lo que comemos, sí, pero también importa el cómo comemos nuestra comida. Y, por encima de todo, importa nuestra actitud ante la vida. Porque hay actitudes que pueden llegar a curarnos y otras que, irremediablemente, nos llevan a enfermar.
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