A simple vista, pudiera parecer un temor absurdo. ¿Quién en su sano juicio tendría miedo a ser feliz? ¿Acaso no es eso lo que más deseamos todos?
Para llegar a entender por qué una persona puede desarrollar un miedo a ser feliz, primero conviene entender cómo funciona nuestra mente inconsciente.
Nuestra mente inconsciente registra y almacena vivencias, sobre todo aquellas que van impregnadas de una carga emocional. No las enjuicia, ni las valora. Nuestra mente inconsciente no sabe lo que es el bien o el mal. No tiene moral. Ni ética. Ni falta que le hace. Pero nuestro inconsciente, a través de nuestro estado emocional, sí que puede detectar que una cierta vivencia pueda suponer una amenaza para nosotros, para nuestra integridad o para nuestra supervivencia. Y toma buena nota de ello...
Voy a contaros un caso real que tuve ocasión de conocer hace años y que ilustrará perfectamente lo que os comento. Cambio el nombre de los protagonistas para preservar su verdadera identidad.
Ana era una niña de 12 años que adoraba a su padre y que soñaba con ir a vivir al campo junto a su familia. Su padre también la adoraba a ella, y consciente del anhelo de su hija, cuando Ana cumplió 13 años, se fueron todos a vivir al campo: ella, su madre, su padre y su hermano pequeño.
Allí, Ana conoció una felicidad como jamás había imaginado. Su sueño se había hecho realidad: vivir en el campo y tener cerca a su adorado padre. Sin embargo, seis meses después, a unos pocos días del cumpleaños de su progenitor, éste fallece repentina e inesperadamente de un ataque al corazón. Debido a este incidente, Ana y su familia se ven obligados a regresar a la ciudad. ¿Os imagináis cómo se sentía Ana?
Veinte años más tarde, Ana conoce a un chico. Los dos se enamoran y se ponen a salir. Ambos son amantes de la vida campestre y deciden ahorrar y organizar sus vidas para ir a vivir al campo. Tiempo después, se instalan en su casa de madera, muy cerca de un pueblo del interior, y comienzan allí una nueva vida. Sin embargo, cuando faltan pocos días para el cumpleaños de Antonio, el novio de Ana, ésta se ausenta un rato de la casa sin darse cuenta de que un fogón de la cocina está encendido, produciéndose luego un incendio que, en cuestión de minutos, reduce a cenizas la vivienda. En consecuencia, Ana y Antonio se ven obligados a volver a la ciudad y a vivir en un piso de alquiler.
¿Se comprende el mecanismo?
Si analizamos los hechos superficialmente encontraremos un simple, fortuito y desgraciado accidente. Veremos a una mujer que quería ser feliz en un sitio soñado junto a la persona amada. Sin embargo, el inconsciente de Ana experimentó un "eco" del pasado y saltó en él una señal de alarma, de la que Ana no fue consciente en absoluto. La proximidad del cumpleaños de su pareja le "recordó" a su inconsciente que podía acercarse un peligro (en el inconsciente de una mujer, su pareja masculina es un eco de la figura del padre): que a Antonio le sucediera lo mismo que a su padre. Insisto: todo esto era vivido por Ana de forma completamente inconsciente.
La mente inconsciente de Ana "quería" protegerla. Evitarle tener que volver a pasar por el inmenso dolor que supuso la pérdida de su padre... en aquellas lamentables circunstancias. ¿Solución? Boicotear su vida idílica, en el momento más feliz, para ahorrarle a Ana un nuevo calvario.
Es entonces cuando surge el despiste: Ana se olvida la comida en el fuego, se ausenta de casa, se produce un incendio a los pocos días del cumpleaños de Antonio. Un incendio que les obliga a volver a la ciudad. El inconsciente de Ana consigue "salvar" a Antonio, pero ambos pagan un precio por ello (evidentemente, el inconsciente de Antonio también está involucrado en el incendio): ver truncada su felicidad.
Conclusión: en este caso, como en tantos otros, es nuestro miedo inconsciente el que más nos aleja de ser felices.
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