Por muy válida y comprobada que sea, incluso si es inteligente y correctamente argumentada, una opinión siempre será discutible. Al menos, para muchas personas. Y, sobre todo, para las que disfrutan discutiendo.
Desde luego, no hace falta que saques a colación un tema importante. Sea de lo que sea que hables, si emites una opinión, un punto de vista, o si haces una afirmación, tu interlocutor siempre podrá discutirlos.
A ver si te suena alguna de estas situaciones. Se trata de conversaciones entre dos personas en las que una de las partes hace una simple afirmación y la otra la pone en tela de juicio.
Ejemplo 1)
- Esta paella es una maravilla.
- Pues yo la encuentro sosa.
2)
- Fulanito es una bellísima persona.
- Pues a mí me parece un patán.
3)
- Eres una mujer muy guapa.
- Y tú un adulador.
4)
- Este coche corre como un rayo.
- Sí, pero y lo que gasta... ¿eh?
Ahora bien, hay algo que no puede discutirse: un sentimiento o una emoción.
Si te acostumbras a hablar, no de lo que a tu juicio son las cosas, sino de cómo las vives y sientes, probablemente te ahorrarás muchas situaciones tensas y discusiones a lo largo de tu vida. Te invito a que lo pruebes y a que saques tus propias conclusiones.
Veamos a continuación, cómo podrían quedar las afirmaciones de los ejemplos anteriores para no dar espacio a ninguna objeción o discusión por parte de nuestro interlocutor.
1) Me encanta el sabor de esta paella.
2) Me cae muy bien Fulanito.
3) Me atraes.
4) Disfruto muchísimo conduciendo este coche.
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