Querer es poder


Quizá hayas pensado en algún momento que para alcanzar ciertas metas en tu vida necesites unas virtudes muy concretas, y que sin éstas no hay nada que hacer. Por ejemplo: disponer de una gran inteligencia para sacarte una carrera superior, o disfrutar de una excelente condición física para correr en una maratón y acabarla, o tener unos genes de excelente calidad para disfrutar de una salud de hierro, o ser muy guapo para poder ligar con personas atractivas. Sin embargo, en algún momento, más tarde o más temprano, seguro, te encontrarás con algunas excepciones a esta creencia limitante. Me refiero a personas con una inteligencia normal y corriente, del montón, que han conseguido sacarse una carrera superior; u otras que, sin ser atletas, han acabado varias maratones; o bien personas con unos genes muy normales que han conseguido conquistar una salud de hierro; o algunas poco agraciadas físicamente que, sin embargo, ligan fácilmente con personas atractivas. ¿Cómo es esto posible?

Para mí, la respuesta a esta pregunta es muy simple:

LA VOLUNTAD LLEGA ADONDE NO LLEGA LA VIRTUD.

Esto significa que tu capacidad para alcanzar lo que deseas no depende de factores que no puedes controlar, como tu belleza, tus genes o tu inteligencia. Tu capacidad para alcanzar lo que deseas depende, esencialmente, de un factor que sí puedes controlar: LA VOLUNTAD.

Tu voluntad es la suma de tu intención y de tus acciones. Es un propósito firme y decidido para realizar algo. No son pensamientos etéreos, ni vanas declaraciones, ni palabras que se lleva el viento. Tu voluntad es acción que se transforma en hechos, en realidades tangibles. Tu voluntad es ese músculo que nunca encontraste en los libros de anatomía.

Y, como tal, se puede ejercitar, desarrollar y fortalecer.

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