A continuación, voy a comentarte siete hábitos muy frecuentes que siguen muchas personas creyendo que no son dañinos y que, sin embargo, sí que lo son. La experiencia a lo largo del tiempo, en mí mismo, en mis alumnos y en mis pacientes así me lo ha demostrado.
Quizá no pase nada si incurres en alguno de ellos de tarde en tarde, pero si haces de ellos una costumbre cotidiana, lo tendrás muy difícil para conservar tu salud a lo largo del tiempo.
1) MEZCLAR DULCE CON SALADO EN LAS COMIDAS.
Los dulces como la fruta, las mermeladas, la panela, la miel o los siropes no requieren de ninguna digestión, pero si los acompañas de almidones o de proteínas fermentarán en tu estómago y producirán toxinas. Pero claro: tus células no quieren toxinas, quieren nutrientes. Por eso, no es saludable mezclar jamón con melón, añadir pasas o manzana a las ensaladas o tomar fruta como postre.
2) AÑADIR VINAGRE A LAS COMIDAS.
Da igual si es de manzana, de Módena o de arroz. El vinagre contiene ácidos muy potentes que interfieren en la digestión de los almidones y de las proteínas, generando fermentaciones y toxinas donde no tendría que haberlas. Si quieres mantener tu salud en perfecto estado, mejor que lo dejes para muy de tarde en tarde.
3) BEBER MUCHA AGUA DURANTE LAS COMIDAS.
Sobre todo, porque un exceso de líquido diluirá tus jugos digestivos, dificultando y retrasando la digestión de tu comida. Con lo cual, nuevamente, se generarán gases, toxinas e incluso acidez. Un vaso debería ser el tope en una comida. Fuera de ellas, bebe lo que te pida el cuerpo. Ni más ni menos.
4) MEZCLAR VARIAS PROTEÍNAS EN UNA MISMA COMIDA.
Pocos hábitos hay más dañinos para la salud que acostumbrarse a mezclar varias proteínas en una misma comida. Por ejemplo: atún, huevo y nueces en una ensalada. O comer un paquete de frutos secos variados: maíz, pipas y almendras. O mezclar en una cena un trozo de carne con huevo. Es otra manera segura de desgastar nuestro aparato digestivo, de crear fermentaciones y toxinas y de engordar.
5) METERTE EN LA CAMA AL POCO RATO DE HABER CENADO.
No te imaginas la cantidad de problemas de salud que puede provocar a la larga este hábito insano. Puede hacerte enfermar, hacerte envejecer de forma prematura, puede quitarte la energía (¿eres de esas personas que se levantan cansadas aun habiendo dormido suficientes horas?) e incluso el buen humor. Lo ideal es que la cena sea ligera y que dejes pasar un mínimo de hora y media entre el final de ésta y el momento de acostarte.
6) COMER CON TENSIÓN O DISCUTIENDO.
El funcionamiento de nuestro aparato digestivo no sólo está sujeto a factores fisiológicos, sino también emocionales. ¿Alguna vez has notados cómo se te cierra el estómago tras un disgusto o un enfado? Sentarse a la mesa y comer conviene que sea un acto de armonía, de equilibrio. Comemos tal cual vivimos la vida. Así pues, si el momento de comer se caracteriza por tensiones internas o discusiones será fácil que tus digestiones se vean comprometidas. Y si no digieres adecuadamente los alimentos, éstos terminarán convirtiéndose en toxinas. Pero insisto: tu cuerpo no quiere toxinas, quiere nutrientes de calidad. Es esencial para que pueda funcionar adecuadamente. Es esencial para mantener tu salud.
7) PRESCINDIR DE LOS ALIMENTOS INTEGRALES.
Sinceramente: ignoro cómo una persona puede disfrutar de salud si nunca come alimentos integrales. Los alimentos integrales son los que nos da la Madre Naturaleza, tal cual, sin adulterar ni manipular. Los comestibles refinados (pan blanco, arroz blanco, azúcar refinado...) son artificiales. No existen en la Naturaleza. Y más tarde o más temprano terminan perjudicando gravemente la salud (provocan todo tipo de desequilibrios, físicos y psicológicos, y enfermedades degenerativas). Simplemente, prueba a comer alimentos integrales durante una temporada y verás qué diferencia. Un cambio profundo y a mejor te esperará en tu vida.
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