Puede resultar algo más o menos estético, pero el bronceado es, en esencia, un mecanismo de defensa del cuerpo consistente en el incremento de la produción de melanina. Con ello, se pretende proteger la piel de la radiación solar, ya que ésta puede resultar muy dañina al ser capaz de provocar enrojecimiento, quemaduras, y, en última instancia, cáncer.
Cuanto más morena de piel sea la persona que se expone al Sol, menos probabilidades tendrá de padecer estos síntomas o enfermedades. Pero tanto si una persona lo es como si no, el riesgo viene dado por la duración de dicha exposición al Sol y por la franja horaria a la que uno se expone.
Con la mejor intención, muchas personas buscan proteger su piel aplicando sobre ella cremas solares, pero si éstas no están elaboradas con ingredientes naturales, los químicos que contienen, a la larga, pueden ser incluso peores que el mal que se pretende evitar.
La manera más eficaz de evitar los peligros que puede implicar la exposición al Sol es tomarlo de forma inteligente.
No es nada prudente que alguien se tumbe al Sol dos, tres o cinco horas al mediodía en pleno mes de julio o agosto. Incluso un lagarto (de sangre fría), así como la inmensa mayoría de animales, huirá del Sol en momentos así. Algo en su instinto de supervivencia le dirá que lo evite a toda costa.
Si no queréis llevaros sorpresas desagradables en el futuro (máxime, si sois de piel clara y/o si tenéis lunares en el cuerpo), os recomiendo lo siguiente:
- No tumbaros al Sol después de las dos horas de haber salido ni antes de las dos últimas antes de que éste se ponga.
- Utilizar cremas solares elaboradas con productos naturales (podréis encontrarlas en herboristerías y ecotiendas). Mejor leer antes las etiquetas.
- Si tenéis idea de permanecer en la playa en las horas centrales del día, hacedlo debajo de una sombrilla de lona tupida (no de plástico) que apantalle la radiación ultravioleta (existen sombrillas de tan mala calidad que fácilmente puedes quemarte estando debajo de ellas).
- Bebed agua con limón y azúcar panela o bien zumos de frutas. Ideales para hidrataros y remineralizaros.
Y un truco muy recomendable:
Podéis haceros un zumo de manzana, zanahoria, remolacha (la tercera o la cuarta parte de la cantidad que pongáis de zanahoria) y un tallo de apio (sin las hojas), y tomarlo justo antes de salir de casa, cuando vayáis a la playa. Su alto contenido en betacarotenos y en pigmentos naturales (sobre todo, de la remolacha) acelerarán mucho vuestro bronceado (os aseguro que notaréis la diferencia), y su alto contenido de vitaminas y minerales os ayudarán a equilibrar vuestro organismo y vuestra piel, favoreciendo además la eliminación de toxinas y de radicales libres.
En este caso, como en otros tantos, los alimentos pueden ser medicina... y además cosméticos sin efectos secunadrios.
En este caso, como en otros tantos, los alimentos pueden ser medicina... y además cosméticos sin efectos secunadrios.
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