"Como nuevo".

Hace poco, después de una conferencia que impartí en Valencia, una espectadora de entre el público, calculo que cercana a los cincuenta, se me acercó y me preguntó si existía algún truco o algún secreto para conservarse joven y saludable por muchos años. Yo le contesté con un símil. Con una metáfora que he convertido en este texto, y que ahora comparto con vosotros/as. Lo he titulado:


COMO NUEVO

Dos amigos se encuentran después de algún tiempo y conversan sobre el coche de uno de ellos.

Pedro:    Me parece increíble que conserves este coche después de cincuenta años, y que lo conserves en perfecto estado. Es que está como nuevo. ¿Cómo lo has conseguido?
Juan:    Sobre todo, tratándolo muy bien, con mucho cariño. Siempre he sido consciente de que el coche era mi vehículo, como una prolongación de mí mismo, una máquina que me prestaba un inestimable servicio, y que por tanto merecía el mejor cuidado. Además, tengo que decirte que este coche siempre me ha gustado mucho. Nunca jamás he pensado que acabaría en un desguace. Al contrario, siempre he pensado que me duraría toda la vida, y en perfectas condiciones.
P:    Ya, entiendo, pero habrá algo más, ¿no? Algún truco... Es que no tiene ni un rasguño. Y el motor sigue funcionando perfectamente, según acabo de comprobar. Es como si no hubiera pasado el tiempo por él.
J:     Insisto en que todo parte del amor con que lo he tratado. Es que eso es fundamental. Yo siempre lo he visto como una especie de intercambio: yo lo trato muy bien y él me responde favorablemente en todo momento.
P:    ¿Puedes explicármelo con más detalle, por favor?
J:    Pues… por ejemplo: cuando tocaba llenar el depósito de combustible, yo siempre le ponía la mejor gasolina. Siempre he revisado los fluidos una vez por semana. Lo he limpiado cada vez que se ensuciaba, tanto por fuera como por dentro.
P:    ¿Y lo has conducido normalmente o has tenido un cuidado especial?
J:    Por de pronto, siempre he procurado respetar las normas de tráfico, para evitarme yo accidentes y para evitarle a él rozaduras, abolladuras o golpes. He procurado no llevarlo nunca al límite, no correr demasiado, pero tampoco lo he conducido con miedo, muy despacio o con exagerada precaución. Digamos que he procurado mantener un punto de equilibrio entre el placer de la conducción y el respeto hacia mí mismo y hacia la integridad del coche. E igualmente he sido respetuoso con el resto de conductores con los que he compartido la carretera, evitando  tensiones o situaciones peligrosas. Es decir, no he acosado a ningún conductor, he respetado la distancia de seguridad, no he insultado a nadie cuando ha hecho una maniobra indebida, etcétera. Pero sobre todo, he procurado disfrutar del viaje antes que dejarme llevar por la prisa o el nerviosismo que a veces implica para algunos la conducción.
P:    ¿Y eso es todo?
J:   Heredé este coche de mi padre, cuando falleció. Él apenas lo usó. Y el caso es que me compré un libro sobre mecánica para aficionados y decidí practicar con el vehículo, de manera que no esperaba a que tuviera una avería para arreglarlo, sino que yo lo revisaba periódicamente, desmontaba ciertas piezas para limpiarlas o engrasarlas e iba sustituyendo algunas que se desgastaban por el uso, como las gomas de las juntas o de las ventanillas. Así que, prácticamente, no ha tenido averías. Y las pocas que ha tenido no han sido relevantes. Yo mismo he podido solventarlas. De hecho, sólo ha ido al mecánico para las revisiones obligatorias de la ITV, y todas ellas las ha pasado exitosamente.
P:    Vaya…
J:    Es más, hace poco un coleccionista me ofreció comprármelo por tres veces más dinero que el que yo pagué por él. Con lo cual, puedo decir, con todas las de la ley, que en vez de devaluarse se ha revalorizado, porque ahora vale más que hace cincuenta años.
P:    ¿Y qué le dijiste a ese coleccionista?
J:    Que ni por todo el oro del mundo.

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