Una cosa es ser serio y otra muy diferente es tomarse algo en serio, es decir, con rigor. Por ejemplo, yo me tomo muy en serio mi trabajo pero eso no quiere decir que cada vez que lo ejerza tenga que hacerlo con una cara, una expresión y un tono de voz serios. A veces cuento algún chiste en mis conferencias, o puedo utilizar la ironía en algunos de mis artículos, o puedo reírme con (no de) un alumno si dice algo gracioso.
Sinceramente, prefiero mucho antes la expresión:
La vida es algo divertido
que la expresión:
La vida es algo muy serio.
Como tampoco me gusta la expresión:
Yo tengo una relación seria con mi pareja.
Prefiero, ya que puedo elegir, algo como:
Yo tengo una relación divertida con mi pareja.
Y en lo personal, pues ya os digo: se puede ser serio (riguroso) cuando uno está ejerciendo su trabajo, lo que no quita, ni mucho menos, para que al mismo tiempo se pueda ser divertido.
La gente prefiere reírse mucho antes que estar seria. Y de lo que no tengo ninguna duda es de que la vida se ve mucho más hermosa cuando lo que preside nuestro ánimo es la alegría y el buen humor.
Entre las personas de mi entorno tengo fama de ser una persona seria y responsable. Eso dicen, vaya. Pero quien me conoce bien sabe que el sentido del humor está muy presente en mi vida. De hecho, no la concibo sin él.
Es algo que me ha acompañado siempre y que, además, ha ido creciendo en mí con el tiempo. Procuro cultivarlo porque me hace muy feliz. Me hace feliz reírme de mí mismo, y de algunas cosas que me ocurren, que, en el pasado, fácilmente, podrían haberme hecho llorar.
Por otro lado, también me hace muy feliz poder arrancar una sonrisa o una carcajada a quienes me rodean, ya sea a mi familia, en un encuentro con amigos o en una reunión de trabajo. Pocas cosas en esta vida me resultan más placenteras y gratificantes que alegrarle la vida a los demás. Y me doy cuenta de que pocas cosas unen más a los seres humanos que la risa.
Cuando un grupo de gente se ríe al unísono de inmediato desaparecen las diferencias. Entonces, en esos momentos, mientras dura la emoción, no importa si tienes más o menos dinero, si eres de izquierdas o de derechas, si te gustan las corridas de toros o las detestas, si eres vegetariano o amante de los filetes. La risa y el buen humor unen intensamente a las personas, y propician lazos muy fuertes que son capaces de trascender el paso del tiempo.
Es probable que si no me dedicara a lo que me dedico, me dedicara al humor. Aunque bien pensado, una cosa no quita a la otra. De hecho, un amigo me ha propuesto hacer escenificaciones teatrales de los textos (algunos tienen un corte humorístico) que escribo para un club de escritores del que formo parte. ¡Y le he dicho que sí!, que cuente conmigo, porque me apetece muchísimo.
Así que ya os iré contando...
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