La cinta blanca, Master and Commander o Los Intocables de Eliott Ness son películas que quizá algunos tachen de violentas. Sin embargo, aparte de emocionarme, en todas ellas he reconocido un trasfondo interesante, sustancioso y hasta espiritual.
Viendo La cinta blanca podemos salir del tedioso bucle de la sinrazón y llegar a comprender bastante bien el porqué de la violencia humana, su génesis, su alcance, su particular idiosincrasia. En Master and Commander, por su parte, podemos ver hasta qué punto y de qué manera puede manifestarse el valor, el coraje y la camaradería en un grupo de seres humanos. Y en Los Intocables de Eliott Ness podemos disfrutar enormemente viendo arriesgar su vida a un honrado padre de familia contra una poderosa organización criminal.
La violencia también está presente en El último samurái, bien es cierto, pero empaquetada en un precioso papel de celofán con cinta anudada de terciopelo. Así que al abrirlo no podremos por menos que maravillarnos ante la grandiosidad de la historia que narra. La historia de un hombre (encarnado por Tom Cruise) que, buscando su propia redención, y siguiendo los dictados de su corazón, termina abrazando a su enemigo e involucrándose en una bella y gran historia de amor con una mujer.
Ahora que tanto se oye hablar de los guerreros de la luz, quisiera confesaros la cierta fascinación que sobre mí ejerce la figura de un guerrero al uso. Porque no importa si uno lucha contra su propio ego o para defender tu país de un enemigo tiránico que quisiera subyugarlo. Cuando no es el dinero lo que le mueve (en el caso de los mercenarios), cualquier guerrero cree estar luchando por lo que cree justo (lo sea o no para nuestros ojos). Y la lucha requiere de gran valor. El valor necesario para arriesgar, para sacrificarse, para renunciar, para sufrir, e, incluso, para perder tu propia vida.
No quiero desvelaros la trama de la película que hoy me ocupa. Prefiero que sea una sorpresa en toda regla para aquellos de vosotros que decidáis verla.
Soy consciente de que se estrenó en 2003, pero yo la he descubierto recientemente y me apetecía compartirla, aquí y ahora, con todos vosotros.
Ojalá que la disfrutéis tanto como yo.
Comentarios
Publicar un comentario