"Al sur de la frontera", de Oliver Stone.

¿Quién gobierna el mundo?

Doy por sentado que la mayoría de vosotros/as sabéis, a estas alturas, que no son los gobiernos de los países quienes gobiernan el mundo. Ni siquiera el Gobierno de los Estados Unidos.

El mundo está gobernado por una oligarquía de empresarios que son dueños de las multinacionales más importantes del planeta. Y son estos empresarios quienes patrocinan, financian e implementan a los gobiernos para que éstos les sirvan obedientemente.

Estos individuos viven ajenos a la moral más elemental, siendo sus mayores consignas detentar un poder absoluto, amasar grandes fortunas y controlar a la población mundial, a la que subyugan en virtud de una esclavitud enmascarada (para poder seguir ganando dinero y para seguir manteniendo su poder), fomentando entre las personas un consumismo exacerbado, determinadas enfermedades, el miedo, la semilla de la discordia y la idiotización (mediante la telebasura y la subcultura que dimana de una buena parte de la industria cinematográfica, de videojuegos y del entretenimiento). A fin de cuentas, un pueblo que está dividido, entretenido y consumiendo, y no piensa, es más fácil de dominar que un pueblo que está unido, que piensa y que decide tomar las riendas de su existencia.

Todos sabemos, igualmente, que algunas agencias gubernamentales de EEUU han desempeñado, desde hace décadas, un papel determinante en el expolio de los recursos naturales y en la implementación de la práctica totalidad de las dictaduras que han azotado el sur del continente americano, sembrando la muerte, el terror y la pobreza en casi todos los países de Centroamérica y del Cono Sur.

Europa siempre lo ha sabido. Y siempre ha callado sumisamente. Y lo ha hecho porque ha preferido tener al "todopoderoso" como amigo antes que como enemigo.

El precio que han pagado quienes se han rebelado contra "el imperio" ha sido, las más de las veces, el más alto que se puede pagar: la propia vida. Incluso algunos presidentes norteamericanos (como JFK), líderes de masas, como Martin Luther King, papas (como Juan Pablo I) o cantantes (como John Lennon) han pagado con sus vidas la osadía de expresar unas ideas o unas aspiraciones que chocaban frontalmente con los intereses de esa abyecta oligarquía a la que me he referido anteriormente.

Desde luego, si alguien espera conocer la verdad a través de lo que dicen los periódicos de mayor tirada, las cadenas internacionales de noticias o los medios de masas electrónicos, va apañado. Porque esos medios son propiedad de esa oligarquía que maneja los hilos. Y sirven a sus intereses con una fidelidad inquebrantable.

Oliver Stone es uno de los directores más reconocidos de Hollywood (ganador de 3 Oscar y 5 Globos de Oro), pero también uno de los más detestados por los sectores más conservadores de la industria cinematográfica norteamericana. ¿Y a que os imagináis por qué? Pues porque algunas de sus películas, documentales y guiones cinematográficos abordan cuestiones muy escabrosas y ponen en tela de juicio la credibilidad y el buen hacer del gobierno estadounidense. Y eso duele. No es de extrañar que se haya lanzado una poderosa campaña de descrédito y desprestigio contra este osado director, una feroz política de acoso y derribo que comenzó a raíz de su famosa película JFK: caso abierto.

Pero el valor de este hombre, a fecha de hoy, supera todos los obstáculos que le han sido interpuestos y todas las infamias que han intentado verter sobre él, y prueba de ello es que en 2009 realizó un documental verdaderamente extraordinario que desmontaba algunas de las muchas mentiras que esos medios de comunicación facinerosos nos han vendido durante años.

Dicho documental se titula:


Al Sur de la frontera

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