Os confieso que me da una cierta rabia que en algunas conversaciones o coloquios que mantengo con distintos grupos de amigos/as (a quienes aprecio enormemente) determinadas personas se refieran a esta palabra con una connotación casi despectiva. Algo que respeto, pero que no comparto.
Algunos dicen, por ejemplo, que el enamoramiento es un estado ilusorio y que lo que percibes de la persona amada cuando estás bajo ese estado no es real, que el amor te lleva a ver lo bonito y no ver lo feo de esa persona. Y dicen, además, que cuando uno está enamorado tiende a dar lo mejor de sí, con lo cual lo que uno manifiesta tampoco es real del todo. Vamos, que es otra ilusión.
Bueno, permitidme analizar un poco este planteamiento porque, en mi opinión, no tiene desperdicio:
Enamorado significa, literalmente, impregnado de amor (en amor dado). Y eso, al menos a mí, no me suena nada mal. Pero que nada mal. Impregnado de amor... ¿Y qué cosa mejor en esta vida puede haber que estar impregnado de amor? A ver... dejadme que piense... pues... la verdad: no se me ocurre nada mejor. Francamente. Me parece el summum.
Por otro lado está la cuestión de que lo que percibes de la persona amada (hacia la cual proyectas o diriges tu amor), que, según este enfoque, no es real (porque, supuestamente, estás bajo una especie de estado de idiotización), porque el amor te lleva a ver lo bonito y no ver (o minimizar) lo feo o desagradable del otro.
Vamos a ver: si yo veo una chica por la calle y me enamoro (porque siento que me derrito, que floto...) al ver su sonrisa (máxime, si me sonríe a mí), ¿dónde está la ilusión? ¿Acaso esa sonrisa de la cual me enamoro no es real? ¿Entonces qué es, un holograma? Y si me enamoro de la dulzura y del ingenio de una mujer en su forma de interactuar conmigo, ¿también esa dulzura y ese ingenio son irreales? ¿Es como el efecto del LSD pero sin LSD?
El diccionario de la RAE afirma que real es algo que tiene existencia verdadera y efectiva. Pues bien, verdadero es todo aquello que no es falso, y efectivo es todo aquello capaz de producir un efecto, una reacción. A tenor de lo cual, me pregunto, ¿una preciosa sonrisa que me seduce, no es verdadera si es sincera y espontánea? ¿Y tampoco es efectiva si es, por sí sola, capaz de acelerar el ritmo de mi corazón? Y si la dulzura y el ingenio de una mujer encantadora son sinceros y espontáneos, y si producen un efecto de empatía, admiración y afecto, ¿tampoco son reales? Pues a mí me parecen cien por cien reales.
Pero vayamos a lo práctico y a lo concreto:
Supongamos que conozco a una chica con una sonrisa preciosa, y que además se muestra ante mí como una persona ingeniosa, dulce y encantadora. Y voy me enamoro (por supuesto, sin pretenderlo, porque uno no elige enamorarse; simplemente, sucede). Y luego nos ponemos a salir juntos. Y después de tres meses (por ejemplo) empieza a ser cada vez menos dulce conmigo, y empieza a ver mis defectos, y a reprochármelos de vez en cuando. Y al final, visto lo visto, y sintiéndome ya desenamorado, decido dejar mi relación con ella. Y entonces llega alguien y me dice: ¿Ves cómo lo que viviste al principio con ella era una ilusión? ¿Ves cómo el enamoramiento tiene fecha de caducidad? La chica de hace tres meses era una ilusión, y la de hace dos semanas era la real.
Pues a mí me parece que es tan real, y tan auténtica, su dulzura inicial como su antipatía final. Exactamente igual de reales ambas. Sólo que la dulzura es mucho más agradable que la antipatía. Simplemente. Además, no me parece que exista en ello ninguna contradicción, porque las personas somos ambivalentes, es decir, en nosotros coexisten, en mayor o menor proporción cada una, las dos caras de la dualidad (generosidad/egoísmo, tolerancia/intolerancia, dulzura/antipatía, etc.). Y este caso sería uno de tantos en los cuales las personas enamoradas tienden a dar lo mejor de sí y a ver lo mejor de la otra persona. ¡Lógico! Porque el amor nos impele a dar lo mejor de nosotros mismos a los demás... y a ver lo mejor de los demás (eliminando o minimizando en esa visión lo que es desagradable o inarmónico). ¿Pero qué hay de malo en ello? ¿Dónde está el problema?
El problema es que la mayoría de las personas persiguen el compromiso, la estabilidad y/o la durabilidad en sus relaciones de pareja. Por supuesto, por miedo a perder lo que tienen (o lo que puedan tener). Pero la búsqueda de estos atributos... nos aleja de conseguirlos. Esencialmente, porque van contra natura.
El Universo funciona de otro modo muy distinto, ajeno al compromiso (porque no tiene miedo), a la estabilidad (el Cosmos es intrínsecamente caótico) y a la durabilidad (porque todos los seres, en esencia, son eternos; y eso es lo que importa).
Asimismo:
- cuando no buscamos el compromiso con el otro es cuando fácilmente surgen lazos fuertes y tenaces con esa persona,
- cuando no buscamos la estabilidad, ésta tiende a manifestarse espontáneamente;
- y cuando no buscamos la durabilidad es entonces cuando una relación puede llegar a durar toda la vida.
Pero lo anterior requiere de mucho amor: confianza, valor, seguridad, autoestima.
La gente no quiere sufrir. No quieren que se les haga daño. Y, menos aún, en el seno de una relación de pareja. Pero es precisamente ese miedo a sufrir, encarnado a través de mil actitudes distintas (algunas de ellas disfrazadas de algo armonioso, lógico y deseable), lo que al final les lleva a sufrir a las personas en sus relaciones de pareja.
El aquí y el ahora es todo lo que tenemos (vosotros, yo, los demás...). Es lo que hay. Es lo auténtico, lo genuino, lo tangible. ¿Puede haber algo más real que el aquí y el ahora?
Lo ilusorio es lo que tiene que ver con lo vivido (el pasado) o con lo que podríamos vivir (el futuro). Y tanto uno como otro pueden llegar a ser tremendamente engañosos. Sobre todo, y especialmente, el futuro.
A mí me parece tan maravilloso sentirse enamorado (de una persona encantadora y bondadosa, del Sol Padre, de un trabajo que te gratifica y entusiasma, de una película que te nutre, de una canción que te sublima, de una hermosa ciudad que te acoge, de la Madre Naturaleza, de la Madre Tierra...). ¿Hay algo que pueda hacernos sentir más vivos y más humanos que sentirnos impregnados, invadidos e inundados de amor? Y por supuesto que el amor nos lleva tanto a dar lo mejor de nosotros mismos a los demás como a pasar por alto, o infravalorar, sus defectos o su lado oscuro. Lo cual es también maravilloso.
Lo que sucede es que el amor que sentimos por alguien puede agotarse. Así como el que alguien sienta por nosotros. Pero mientras nos amemos a nosotros mismos, no hay nada que temer.
Absolutamente nada.
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