Dos requisitos imprescindibles para ser feliz

Mi experiencia profesional me ha confirmado algo que no sorprenderá a nadie: lo común que es la ansiedad entre las personas. A decir verdad, es motivo de que muchas de ellas se mediquen, o de que recurran a distintos tipos de terapias para que les ayuden a superarla, a veces con poco éxito.

Para comprender el trasfondo de la ansiedad es conveniente echar un vistazo a la propia palabra, pues esta misma, como acontece en tantas ocasiones con otras palabras, contiene la clave para entender lo que le sucede a la persona que la padece.

Quien tiene ansiedad, ansía. Es decir, desea, anhela, que ocurra algo que aún no ha sucedido. Y cuando alguien anhela algo, anhela algo que todavía no tiene o que no es. No se puede anhelar lo que ya se tiene ni lo que ya se es. Por ejemplo, si uno ya es alto, no anhela ser alto. Si uno ya vive en el campo, no anhela vivir en el campo. Si uno ya tiene el cariño de su hermano, no anhela el cariño de su hermano. La ansiedad surge, pues, de un anhelo importante que perturba o aflije a quien la padece, por cuanto que ese deseo se ve insatisfecho.

¿Y cuál es el denominador en común de todas esas ansiedades que padecen las personas? Porque alguien podría pensar que cada uno ansiará una cosa diferente.

Lo cierto es que todas esas ansiedades, todos esos anhelos, podrían aglutinarse en dos grandes grupos:
  • El ansia de ser uno mismo, de expresarse conforme a la propia idiosoncrasia y personalidad, de manifestar los propios sentimientos y pensamientos con completa libertad, sin condicionamientos de nada ni de nadie.
  • El ansia de hacer todas esas cosas que uno desea hacer pero que no se permite hacer por los motivos que fueren (siendo que en el fondo, detrás de ellos, subyace siempre el miedo).
Uno de los síntomas más destacados de esa ansiedad es la sensación de vacío. Un término que se contrapone al de plenitud (pleno, lleno, es lo opuesto a vacío). Por consiguiente, para superar esa ansiedad, ese vacío interior (que muchas veces, inconscientemente, se llena con comida), es imprescindible vivir una vida en plenitud. O dicho de otra manera: lo que cura definitivamente la ansiedad es la plenitud.

Ser nosotros mismos es lo que nos llena (llenarse de uno mismo). Hacer esas cosas que nos ilusionan y motivan es lo que nos llena (llenarse de la vida, de sus momentos, de las personas, de los libros, de los viajes, de la interacción con el mundo que nos rodea).

Por eso, si quieres ahorrarte medicamentos y largas visitas al terapeuta, puedes tomar dos decisiones que, sin lugar a dudas, te ayudarán a superar tu ansiedad (o, simplemente, a ser mucho más feliz):

1) Atrévete a expresarte tal como eres. Da realidad a tus pensamientos. No temas mostrar tus sentimientos. Arriésgate a ser tú mismo, en vez de la persona que otros desean que seas. Estás aquí, en este mundo, con la misión sagrada de aprender y de crecer siendo feliz. Algo que no conseguirás si te dedicas a actuar conforme a lo que se espera de ti, o buscando quedar bien con todo el mundo. Con la única persona con la que tienes que quedar bien es contigo mismo.

2) Pon de tu parte para hacer todas esas cosas que te encantaría hacer y no haces. Escríbelas en una hoja y ve tachándolas según las vayas alcanzando. No importa lo que sea. Es fundamental que pongas tu atención y todo tu propósito en hacer aquello que desees hacer, y sin temor a equivocarte.

Comprende que, por ejemplo:

  • Si vives entregado a un trabajo que detestas y que te hace sentir muy incómodo, es normal que experimentes ansiedad (=el anhelo de un trabajo mejor, que te haga sentir más pleno y feliz).
  • Si te apegas a una relación que te agobia, interactuando a diario con una persona con la que no te sientes a gusto o con quien no encajas, es normal que sientas ansiedad (=el deseo de vivir una relación más amorosa y constructiva, con alguien más afín a ti).
  • Si eres homosexual y te da miedo expresarlo, porque te sientes condicionado por tu entorno, porque temes no ser aceptado tal como eres... es normal que notes la ansiedad (=las ganas de mostrarte tal como eres y de expresar tu sexualidad tal como la sientes).
  • Si te apetece salir a bailar por la noche pero piensas que ya no tienes edad para ello, es normal que surja en ti la ansiedad (=deseo de hacer algo que te encanta, y que te llenaría, pero que no te permites hacer).
  • Si te sientes atraido por una persona pero tu sobrepeso te genera inseguridad y no te atreves a expresarle tus sentimientos, es normal que sientas ansiedad (=deseo de mostrar lo que llevas dentro, lo que está dentro de ti y quiere salir, pero que tú no lo dejas salir por temor a ser rechazado).
 Desde luego, no creo que la solución a la ansiedad consista en renunciar a lo que verdaderamente somos ni a lo que verdaderamente deseamos. La mente puede jugarnos malas pasadas y hacernos sentir seguros si dejamos de hacer aquello que deseamos hacer (o ser) pero que comporta alguna clase de riesgo. No es conveniente recrearse en pensar demasiado, porque si lo hacemos el miedo crece y termina inhibiendo nuestro comportamiento. Y de ahí surge la frustración, y, posteriormente, la ansiedad.

Simplemente, pensemos en todas esas cosas que nos llenarían si las hiciéramos, visualicémonos haciéndolas, y pongamos todo nuestro empeño en alcanzarlas. Empecemos por las más sencillas y asequibles, porque conforme las vayamos alcanzando iremos ganando en seguridad (en nosotros mismos) y confianza. Dos atributos que necesitaremos para acometer con determinación y soltura los retos de mayor envergadura.

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