Desde luego, existen personas que acometen la tarea de mejorar su alimentación con enorme determinación y voluntad, pudiendo llevar a cabo grandes cambios (y sus subsiguientes mejoras) en muy poco tiempo. Pero no todo el mundo actúa así.
Si lo que uno pretende es alimentarse de una forma más natural, saludable y equilibrada, no tiene por qué poner patas arriba su dieta de la noche a la mañana. No se trata de eso. Al menos, no necesariamente.
Basta empezar con pequeños cambios. Cambios asequibles, sí, pero que en caso de sostenerse, nos van a procurar mejoras visibles a muy corto plazo. Lo cual, a su vez, nos motivará para seguir adelante.
Por ejemplo:
- Si comes muy deprisa y devorando la comida, trata de comer menos pero comiendo pausadamente y masticando muy bien lo que comas. Tu aparato digestivo y tu organismo te lo agradecerán y gastarás mucha menos energía (en la digestión). Con lo cual, dispondrás de esa energía para hacer otras cosas.
- Si acostumbras a tomar más de un café al día, elimina, por lo menos, el que sigue a la comida. Mejor tómalo entre horas. Eso ya será un gran paso.
- Evita añadir vinagre, limón o salsas fermentadas (soyu, tamari) a tus comidas, pues todos ellos contienen ácidos muy potentes que incluso en pequeñas cantidades pueden arruinar tus digestiones.
- Si quieres ahorrarte muchos gases, digestiones pesadas y otros males mayores, toma la fruta entre horas, pero nunca como postre. Ya verás qué diferencia.
- Si sueles tomar leche de vaca, pásate a la leche vegetal (cualquiera, menos de soja), como la de arroz, la de avena, avellana, espelta, etc. Éstas son mucho más sabrosas, más equilibradas y más afines a nuestro organismo. Además, no comportan la carga tóxica que caracteriza a las de origen animal.
Son sólo cinco aspectos de tu alimentación. Sólo cinco, insisto. Pero cualquier persona que decidiera ponerlos en práctica comenzaría a notar en muy pocos días una mejora sustancial en su grado de vitalidad y de salud; incluso en su estado de ánimo.
Pero no te estoy pidiendo que creas lo que digo. Simplemente, te invito a que lo experimentes por ti mismo.
Seguro que te convencerás.
Si lo que uno pretende es alimentarse de una forma más natural, saludable y equilibrada, no tiene por qué poner patas arriba su dieta de la noche a la mañana. No se trata de eso. Al menos, no necesariamente.
Basta empezar con pequeños cambios. Cambios asequibles, sí, pero que en caso de sostenerse, nos van a procurar mejoras visibles a muy corto plazo. Lo cual, a su vez, nos motivará para seguir adelante.
Por ejemplo:
- Si comes muy deprisa y devorando la comida, trata de comer menos pero comiendo pausadamente y masticando muy bien lo que comas. Tu aparato digestivo y tu organismo te lo agradecerán y gastarás mucha menos energía (en la digestión). Con lo cual, dispondrás de esa energía para hacer otras cosas.
- Si acostumbras a tomar más de un café al día, elimina, por lo menos, el que sigue a la comida. Mejor tómalo entre horas. Eso ya será un gran paso.
- Evita añadir vinagre, limón o salsas fermentadas (soyu, tamari) a tus comidas, pues todos ellos contienen ácidos muy potentes que incluso en pequeñas cantidades pueden arruinar tus digestiones.
- Si quieres ahorrarte muchos gases, digestiones pesadas y otros males mayores, toma la fruta entre horas, pero nunca como postre. Ya verás qué diferencia.
- Si sueles tomar leche de vaca, pásate a la leche vegetal (cualquiera, menos de soja), como la de arroz, la de avena, avellana, espelta, etc. Éstas son mucho más sabrosas, más equilibradas y más afines a nuestro organismo. Además, no comportan la carga tóxica que caracteriza a las de origen animal.
Son sólo cinco aspectos de tu alimentación. Sólo cinco, insisto. Pero cualquier persona que decidiera ponerlos en práctica comenzaría a notar en muy pocos días una mejora sustancial en su grado de vitalidad y de salud; incluso en su estado de ánimo.
Pero no te estoy pidiendo que creas lo que digo. Simplemente, te invito a que lo experimentes por ti mismo.
Seguro que te convencerás.
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