Suele ocurrir que los seres humanos tengamos que vernos envueltos en situaciones límite para que nuestra conciencia se manifieste y nos lleve a actuar con valor y justicia. A veces, incluso, tomando decisiones tan radicales como acertadas.
Una realidad que me ha inspirado el siguiente texto, al que he titulado:
- Aquí jefe bravo, eco, lima doce llamando a eco, lima siete. Abandono la misión. Repito: abandono la misión. No voy a obedecer las órdenes del coronel Gaddafi, por lo que rehúso bombardear a civiles inocentes. Pongo rumbo tres, cero, siete al aeropuerto de La Valeta. Cambio.
- Aquí eco, lima siete llamando a jefe bravo. Yo también abandono la misión, mi coronel, y, con su permiso, me uno a usted en rumbo tres, cero siete. Corto y cierro.
- Te tengo dicho que cuando llame algún cliente diciendo que su conexión a Internet va lenta, jamás le digas de buenas a primeras que es un fallo nuestro, aunque sepas que lo es. Tu trabajo consiste en retenerle al teléfono y seguir el protocolo estrictamente, para que revise su configuración, para que reinicie el ordenador o para que resetee el módem. Y si el cliente se obceca lo desvías a tus compañeros de servicio técnico, que ellos nos lo volverán a mandar a nosotros. Y si sigue en sus trece, simplemente, le cortas la llamada. Y así, al final, se cansará de llamar.
- Mire, señora supervisora, estoy harta de esta maldita compañía de usureros, de usted y de mentirle a los clientes. Esta mañana mi hija de siete años me ha preguntado en el desayuno que en qué consistía mi trabajo y no he sabido qué decirle. Pero quería decirle que el trabajo de mamá es engañar a la gente. ¿Cómo le voy a pedir a mis hijos que sean sinceros si yo soy mentirosa de profesión? Lo siento mucho pero me marcho. Ya no aguanto ni un día más.
- Señor ministro, ¿sería tan amable de explicarle a los telespectadores el porqué de su inesperada dimisión?
- Esencialmente, porque no quiero formar parte de un gobierno que mantiene unos sueldos astronómicos a sus altos cargos cuando existen compatriotas, ciudadanos de este país, que están atravesando por situaciones calamitosas. Como matrimonios con dos o tres hijos pequeños en los que ambos han perdido el trabajo y están a punto de perder el subsidio de desempleo. Prefiero ganar diez veces menos en mi puesto de funcionario de hacienda pero dormir por las noches sin tener que tomar pastillas.
- ¿Quién es?
- Soy su vecina de abajo. Siento mucho molestarle. Sólo quería decirle que sé cómo se llama y dónde trabaja, y que si sigue dándole palizas a su mujer iré a su trabajo y le contaré a su jefe, con lujo de detalles, lo que le hace a ella todas las noches. Luego organizaré una junta urgente de propietarios y acto seguido acudiremos al juzgado de guardia para denunciarle. Y que sepa que al menos doce personas vendrán conmigo y firmarán dicha denuncia.
- Me han dicho que usted es el dueño, y quería preguntarle por qué han retirado de las estanterías las impresoras de la marca Epson.
- Pues porque, tras las quejas de algunos clientes, decidimos iniciar una investigación por nuestra cuenta, a lo que descubrimos que esa marca incluye en sus impresoras un chip que cuenta el número de impresiones efectuadas. De ese modo, cuando el contador llega a una cifra predeterminada, la impresora deja de funcionar, el ordenador le dice que ésta se ha estropeado y que la lleve al servicio técnico. Y allí, a su vez, le dicen que como la reparación será muy cara, mejor que compre una nueva. O sea, que, unos y otros, conchabados, hacen un negocio redondo en el que nuestra empresa no quiere participar.
- Esta mañana Pablo me ha preguntado que qué sentía yo cuando él estaba en mi barriga. ¿No crees que ha llegado el momento de decirle la verdad, decirle que es un niño adoptado?
- Sí, lo creo. Y creo que ha sido un error no decirle la verdad durante todo este tiempo. A fin de cuentas, poco importa que sea un niño adoptado y que su madre biológica lo abandonara. Él sabe que nosotros lo amamos. Eso es lo más importante. Y tenemos la obligación moral de enseñarle, con nuestro ejemplo, que en el amor no caben las mentiras.
- ¿Pero cómo puedes ser tan obtuso, papá? El estudio demuestra que en este valle que heredaste de tu abuelo hay una enorme bolsa de petróleo en el subsuelo. Por encima sólo hay arbolitos, riachuelos, pedruscos y malas yerbas. ¿Por qué renunciar a una vida de lujo y comodidades? Tus hijos, y hasta los nietos de tus hijos vivirían sin tener que trabajar. ¿De verdad prefieres dedicarte todo el día a cuidar de tus ovejas?
- Esta tierra es tan sagrada como mi propia madre, pues me lo ha dado todo; todo lo que tengo. Con esas piedras y árboles que desprecias, y con mis propias manos, construí la casa en la que naciste. Y con la carne y la leche de las ovejas tu madre te alimentó y te crió. Yo soy un pobre pastor, pero soy feliz. Y aunque tú no lo comprendas, me siento inmensamente rico: por este paisaje tan hermoso, por el silencio que reina en las noches, por las incontables estrellas que inundan mis ojos, por los alimentos que como a diario, y, sobre todo, por la compañía de tu madre, con la que comparto los mejores momentos de mi vida. ¿Qué más podría pedirle a la vida? ¿Es que no entiendes que lo único que siento en mi corazón no es ambición sino una enorme gratitud?
Una realidad que me ha inspirado el siguiente texto, al que he titulado:
OBJETORES DE CONCIENCIA
- Aquí jefe bravo, eco, lima doce llamando a eco, lima siete. Abandono la misión. Repito: abandono la misión. No voy a obedecer las órdenes del coronel Gaddafi, por lo que rehúso bombardear a civiles inocentes. Pongo rumbo tres, cero, siete al aeropuerto de La Valeta. Cambio.
- Aquí eco, lima siete llamando a jefe bravo. Yo también abandono la misión, mi coronel, y, con su permiso, me uno a usted en rumbo tres, cero siete. Corto y cierro.
- Te tengo dicho que cuando llame algún cliente diciendo que su conexión a Internet va lenta, jamás le digas de buenas a primeras que es un fallo nuestro, aunque sepas que lo es. Tu trabajo consiste en retenerle al teléfono y seguir el protocolo estrictamente, para que revise su configuración, para que reinicie el ordenador o para que resetee el módem. Y si el cliente se obceca lo desvías a tus compañeros de servicio técnico, que ellos nos lo volverán a mandar a nosotros. Y si sigue en sus trece, simplemente, le cortas la llamada. Y así, al final, se cansará de llamar.
- Mire, señora supervisora, estoy harta de esta maldita compañía de usureros, de usted y de mentirle a los clientes. Esta mañana mi hija de siete años me ha preguntado en el desayuno que en qué consistía mi trabajo y no he sabido qué decirle. Pero quería decirle que el trabajo de mamá es engañar a la gente. ¿Cómo le voy a pedir a mis hijos que sean sinceros si yo soy mentirosa de profesión? Lo siento mucho pero me marcho. Ya no aguanto ni un día más.
- Señor ministro, ¿sería tan amable de explicarle a los telespectadores el porqué de su inesperada dimisión?
- Esencialmente, porque no quiero formar parte de un gobierno que mantiene unos sueldos astronómicos a sus altos cargos cuando existen compatriotas, ciudadanos de este país, que están atravesando por situaciones calamitosas. Como matrimonios con dos o tres hijos pequeños en los que ambos han perdido el trabajo y están a punto de perder el subsidio de desempleo. Prefiero ganar diez veces menos en mi puesto de funcionario de hacienda pero dormir por las noches sin tener que tomar pastillas.
- ¿Quién es?
- Soy su vecina de abajo. Siento mucho molestarle. Sólo quería decirle que sé cómo se llama y dónde trabaja, y que si sigue dándole palizas a su mujer iré a su trabajo y le contaré a su jefe, con lujo de detalles, lo que le hace a ella todas las noches. Luego organizaré una junta urgente de propietarios y acto seguido acudiremos al juzgado de guardia para denunciarle. Y que sepa que al menos doce personas vendrán conmigo y firmarán dicha denuncia.
- Me han dicho que usted es el dueño, y quería preguntarle por qué han retirado de las estanterías las impresoras de la marca Epson.
- Pues porque, tras las quejas de algunos clientes, decidimos iniciar una investigación por nuestra cuenta, a lo que descubrimos que esa marca incluye en sus impresoras un chip que cuenta el número de impresiones efectuadas. De ese modo, cuando el contador llega a una cifra predeterminada, la impresora deja de funcionar, el ordenador le dice que ésta se ha estropeado y que la lleve al servicio técnico. Y allí, a su vez, le dicen que como la reparación será muy cara, mejor que compre una nueva. O sea, que, unos y otros, conchabados, hacen un negocio redondo en el que nuestra empresa no quiere participar.
- Esta mañana Pablo me ha preguntado que qué sentía yo cuando él estaba en mi barriga. ¿No crees que ha llegado el momento de decirle la verdad, decirle que es un niño adoptado?
- Sí, lo creo. Y creo que ha sido un error no decirle la verdad durante todo este tiempo. A fin de cuentas, poco importa que sea un niño adoptado y que su madre biológica lo abandonara. Él sabe que nosotros lo amamos. Eso es lo más importante. Y tenemos la obligación moral de enseñarle, con nuestro ejemplo, que en el amor no caben las mentiras.
- ¿Pero cómo puedes ser tan obtuso, papá? El estudio demuestra que en este valle que heredaste de tu abuelo hay una enorme bolsa de petróleo en el subsuelo. Por encima sólo hay arbolitos, riachuelos, pedruscos y malas yerbas. ¿Por qué renunciar a una vida de lujo y comodidades? Tus hijos, y hasta los nietos de tus hijos vivirían sin tener que trabajar. ¿De verdad prefieres dedicarte todo el día a cuidar de tus ovejas?
- Esta tierra es tan sagrada como mi propia madre, pues me lo ha dado todo; todo lo que tengo. Con esas piedras y árboles que desprecias, y con mis propias manos, construí la casa en la que naciste. Y con la carne y la leche de las ovejas tu madre te alimentó y te crió. Yo soy un pobre pastor, pero soy feliz. Y aunque tú no lo comprendas, me siento inmensamente rico: por este paisaje tan hermoso, por el silencio que reina en las noches, por las incontables estrellas que inundan mis ojos, por los alimentos que como a diario, y, sobre todo, por la compañía de tu madre, con la que comparto los mejores momentos de mi vida. ¿Qué más podría pedirle a la vida? ¿Es que no entiendes que lo único que siento en mi corazón no es ambición sino una enorme gratitud?
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