La Dieta Dukan, creada por el médico francés Pierre Dukan y popularizada a partir del año 2000 con su libro No sé cómo adelgazar, promete una pérdida de peso rápida mediante un enfoque alto en proteínas y bajo en carbohidratos y grasas. Aunque su estructura en cuatro fases (ataque, crucero, consolidación y estabilización) está atrayendo a millones de seguidores, incluidos famosos, quiero advertir sobre sus riesgos para la salud que a tenor de mis conocimientos y experiencia puede suponer.
La fase inicial de la Dieta Dukan, conocida como ataque, restringe la ingesta a proteínas magras (pollo, pavo, pescado, huevos) eliminando casi por completo carbohidratos y grasas, incluso las saludables. Biológicamente, esto genera un desequilibrio severo, pues la exclusión de frutas, verduras y cereales elimina fuentes clave de vitaminas (como la C y el complejo B), minerales (potasio, magnesio) y fibra. Esto puede provocar fatiga, debilitamiento del sistema inmunitario y estreñimiento crónico. Asimismo, las grasas, especialmente los ácidos grasos omega-3 y omega-6, son vitales para la salud cerebral, hormonal y celular. Su ausencia prolongada afecta la síntesis de membranas celulares y puede alterar el equilibrio hormonal, aumentando el riesgo de trastornos como amenorrea en mujeres.
Fisiológicamente, el cuerpo humano no ha evolucionado para funcionar sin un aporte equilibrado de macronutrientes. Esta restricción inicial fuerza al organismo a un estado de emergencia metabólica que, aunque efectivo para perder peso rápido, podría acarrear graves consecuencias a largo plazo.
El pilar de la Dieta Dukan es el consumo excesivo de proteínas, que puede llegar en sus primeras fases al 50-60% del total de alimento ingerido diariamente, superando con creces el límite saludable (~10-20%). Este enfoque puede implicar efectos devastadores. Por ejemplo, el metabolismo de las proteínas produce subproductos nitrogenados (urea, amoníaco) que los riñones deben filtrar. A largo plazo, esto puede derivar en insuficiencia renal. Y a esto habría que sumar que el hígado, encargado de desaminar aminoácidos y convertirlos en energía o grasa (gluconeogénesis), se ve forzado a trabajar en exceso, lo que podría elevar las enzimas hepáticas y, en casos extremos, inducir una esteatosis.
Igualmente, la Dieta Dukan puede trastocar el metabolismo de manera significativa, con efectos que podrían persistir más allá de la pérdida de peso inicial. Por ejemplo, aunque promete preservar músculo, la falta de carbohidratos fuerza al cuerpo a usar proteínas musculares como energía (catabolismo), especialmente si las reservas de glucógeno se agotan, lo que en última instancia puede suponer una pérdida de masa muscular. Por otro lado, la ausencia de grasas afecta a la producción de hormonas esteroides (testosterona, estrógenos), mientras que el estrés metabólico eleva el cortisol, vinculado a inflamación y resistencia a la insulina a largo plazo.
El impacto en el microbioma puede ser notable, sin frutas, verduras ni granos en las primeras fases, o sea, sin fibra de calidad, las bacterias beneficiosas (Bifidobacterium, Lactobacillus) podrían morir de hambre, reduciendo la diversidad microbiana. Esto podría derivar en inflamación sistémica y mayor riesgo de enfermedades como cáncer colorrectal. Asimismo, el exceso de proteínas animales: Favorece bacterias putrefactivas (Clostridium, Bacteroides), que producen compuestos tóxicos como aminas y sulfuro de hidrógeno, muy dañinos para la mucosa intestinal.
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