Acostarse después de las comidas

Uno de los peores hábitos en la alimentación es el de tumbarse (maticemos: completamente horizontal) después de las comidas. En verdad cuesta de creer que algo tan aparentemente inocuo pueda llegar a ser con el tiempo una costumbre tan sumamente perjudicial para la salud. Os explicaré por qué.

Lo primero es tener muy presente que en el ritmo de la digestión interviene un factor ineludible: la fuerza de la gravedad. Es decir, que cuanto más vertical se encuentre un individuo tras las comidas tanto más ayudará al aparato digestivo a efectuar normalmente sus procesos. Sin embargo, cuanto más nos aproximemos a la horizontalidad tanto más dificultosa y lenta se volverá la digestión.

Es muy probable que lo hayáis experimentado más de una vez, o que hayáis conocido a gente a la que le haya ocurrido: os tumbáis en la cama o en el sofá después de una comida y os levantáis una hora después muy pesados, medio aturdidos o con dolor de cabeza. ¿Por qué? Porque la comida, al digerirse tan lentamente, ha fermentado, ha generado toxinas, y el tener que neutralizarlas o eliminarlas consume mucha energía y recursos. Además, el que nuestro torrente sanguíneo se vea invadido por toxinas, en vez de nutrientes, debilita y desequilibra. O sea, que se supone que nos alimentamos para proporcionarles los nutrientes apropiados a nuestras células y lo que conseguimos colocándonos horizontalmente tras una comida es que les lleguen toxinas a raudales.

Si a esto le añadís la costumbre de meterse en la cama justo después o al poco rato de haber cenado... entonces ya es difícil de concebir algo más perjudicial para nuestra salud.

¿Podéis imaginar lo que esta costumbre que os estoy comentando puede implicar con el paso de los años? Pues aparte de sobrepeso (para quien tenga tendencia a padecerlo), acidificación de la sangre (con todo lo que ello supone) y toda una serie de afecciones, achaques o enfermedades asociadas a un exceso de toxinas y a carencias nutricionales.

Yo comprendo que a mucha gente le apetezca echarse un rato después de comer, y, en realidad, eso no tendría que ser un problema. El problema es hacerlo horizontal.

Entonces, ¿cuál es la solución? Pues ésta:


No, tranquilos. No se trata de ninguna promoción de supercamas articuladas. Claro que no. Es para que veáis cuál sería el ángulo perfecto para una correcta digestión cuando nos tumbamos en una cama o en un sofá. En todo caso, si no tenemos la suerte de contar con una cama adaptable para hacer la siesta, podemos lograr el ángulo óptimo con almohadones, por ejemplo. La idea es que ese ángulo sea igual o superior a 45 grados (la mitad de un ángulo recto), pero nunca inferior. Y otro factor que conviene tener en cuenta: evitar a toda costa colocarse de lado.

Con una solución tan simple como ésta os ahorraréis, a la larga, un montón de problemas de salud. Y ganaréis en vitalidad y en bienestar.

Y respecto a la cama articulada, como podéis ver en la foto, una auténtica maravilla.

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