Como en cualquier faceta de la vida humana, la utilización de elementos artificiales puede comportar riesgos o perjuicios para la salud. Tal es el caso de un uso inapropiado de los secadores, planchas o pinzas calientes para el cabello.
Se sabe, y hasta se reconoce desde organismos médicos oficiales, que el uso sistemático de estos aparatos provoca, con el tiempo, afecciones dérmicas en muchas personas, como sequedad, caspa, fragilidad capilar, o, incluso, alopecia.
El uso de planchas, pinzas calientes u otros elementos que estén en contacto directo con el cabello debería limitarse a momentos muy esporádicos. Y en relación con los secadores de pelo, si deciden usarse, mejor que sea después de utilizar una toalla suficientemente absorbente. Además, sería conveniente invertir en un secador de calidad, que permita secar a baja temperatura y con gran difusión del aire, para no dañar las delicadas estructuras capilares, las cuales son muy sensibles a las altas temperaturas.
Otro capítulo no menos importante lo constituyen los cosméticos capilares como geles, de fijación o modelado, gominas, lacas o espumas. Evidentemente, la inmensa mayoría de los que se pueden adquirir en supermercados o perfumerías contienen gran cantidad de productos químicos sintéticos que a la larga tienden a alterar y a dañar el cabello. Máxime, si la persona que lo usa no disfruta de uno suficientemente fuerte y sano.
Lo ideal en estos casos sería tender hacia un corte de pelo que permita prescindir de fijaciones y modelados químicos. O, en todo caso, recurrir a la cosmética natural y ecológica aunque sea más cara.
Es una cuestión de sentido común que la experiencia siempre confirma: cuanto más nos alejamos de la Naturaleza, mayor es el precio que pagamos, tanto en salud como en bienestar.
Se sabe, y hasta se reconoce desde organismos médicos oficiales, que el uso sistemático de estos aparatos provoca, con el tiempo, afecciones dérmicas en muchas personas, como sequedad, caspa, fragilidad capilar, o, incluso, alopecia.
El uso de planchas, pinzas calientes u otros elementos que estén en contacto directo con el cabello debería limitarse a momentos muy esporádicos. Y en relación con los secadores de pelo, si deciden usarse, mejor que sea después de utilizar una toalla suficientemente absorbente. Además, sería conveniente invertir en un secador de calidad, que permita secar a baja temperatura y con gran difusión del aire, para no dañar las delicadas estructuras capilares, las cuales son muy sensibles a las altas temperaturas.
Otro capítulo no menos importante lo constituyen los cosméticos capilares como geles, de fijación o modelado, gominas, lacas o espumas. Evidentemente, la inmensa mayoría de los que se pueden adquirir en supermercados o perfumerías contienen gran cantidad de productos químicos sintéticos que a la larga tienden a alterar y a dañar el cabello. Máxime, si la persona que lo usa no disfruta de uno suficientemente fuerte y sano.
Lo ideal en estos casos sería tender hacia un corte de pelo que permita prescindir de fijaciones y modelados químicos. O, en todo caso, recurrir a la cosmética natural y ecológica aunque sea más cara.
Es una cuestión de sentido común que la experiencia siempre confirma: cuanto más nos alejamos de la Naturaleza, mayor es el precio que pagamos, tanto en salud como en bienestar.
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