
(Fuente: Defensanimal.org) Consiste en verter sustancias diversas (cosméticos, blanqueador de ropa, champú, tinta, detergentes, abrillantadores de suelos,...) en los ojos de animales de laboratorio para ver los resultados que se producen.
El conejo albino es el más comúnmente usado para esta prueba porque es dócil, barato, tiene unos grandes ojos y sus glándulas lacrimales producen muy poco líquido, viéndose así más fácilmente el efecto de abrasión que podría tener en el ojo humano.

Los investigadores no están obligados a usar anestésicos, y si lo hacen es en pequeñas cantidades, lo que no alivia en absoluto el dolor que puede producir un limpiador de hornos en el ojo durante dos semanas.
Luego, cuando terminan los experimentos y los animales ya no son útiles, se sacrifican.
Esto puede parecer espeluznante, pero sucede a diario en los laboratorios de pruebas de la inmensa mayoría de multinacionales dedicadas a la industria de fabricación de productos de limpieza y de cosmética. Y, por supuesto, es completamente legal.
Desde luego, la forma más práctica y rápida de evitar este cruel salvajismo es comprar productos cosméticos de limpieza e higiene personal que, debido a su particular composición química, o al uso de ingredientes naturales e inocuos, no hayan sido testados en animales (simplemente, porque se sabe de antemano que no pueden perjudicar). Algo que puede leerse en algunas etiquetas.
En todo caso, es conveniente tener presente que ese episodio que he detallado anteriormente, el del Test de Draize, podría considerarse un juego de niños... si lo comparamos con otras muchas pruebas de laboratorio que se llevan a cabo por la industria farmacológica o la investigación médica, y que constituirían todo un desafío para los estómagos más recios.
A estas alturas, es muy posible que todavía haya gente que piense que los animales que se usan en las pruebas de laboratorio, por el hecho de ser animales, no sienten dolor o no sufren, pero si tenemos en cuenta la intensidad de los chillidos que emiten sus gargantas y la violencia con que se retuercen en dichas pruebas, todo apunta a que el sufrimiento que experimentan es mayúsculo. Vamos, que ninguna persona en su sano juicio lo desearía para sus semejantes.
El problema es que aún no vemos a los animales como nuestros semejantes. Nos creemos superiores a ellos. Y pensamos que eso nos legitima para poder usarlos a nuestro antojo.
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